Seni seviyorum

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¿Advertencia de contenido maduro? Evet, así que lean bajo su responsabilidad esta pequeña escena basada parcialmente en ciertos actores.

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Último día del año.

Fue lo primero que pensó cuando despertó, abrió los ojos acostumbrándose a la primera luz del día que entraba en su habitación y se quedó quieto cuando sintió un peso en su brazo. Se acomodó sobre su costado observando el cabello largo y sedoso que caía sobre la cama, posó su mano en esa cintura tan pequeña y cerró los ojos un momento. Tenía a su lado a una mujer tan hermosa por dentro y por fuera, él podía observarla todo el día sin cansarse y su sonrisa... ¿podía una sonrisa hacerte sentir tanto? ¿Podían sus ojos decirle tanto? Era increíble cómo todo había cambiado desde que se conocieron.

Necesitaba levantarse, no era una necesidad de vida o muerte pero su pequeña mascota tenía horarios. Intentó quitar su brazo cuidadosamente sin molestarla, no quería que despertara tan temprano, la noche anterior llegaron a casa de madrugada y sólo eran las seis de la mañana. Cuando liberó su brazo la vio acomodarse sobre la almohada, esperó unos segundos antes de bajar de la cama y salir en silencio de la habitación.

Hector lo esperaba ansioso y dando vueltas, le abrió las puertas hacia el patio y él corrió de inmediato, a los minutos volvió adentro y se acomodó en el sofá para seguir durmiendo. Le acarició la cabeza antes de volver a su habitación, sería un día frío.

―¿Kerem? ―susurró ella adormilada moviéndose bajo las sábanas.

―Aquí.

Ella había cambiado de posición, no lo sintió a su lado cuando movió su pierna así que volteó a verlo, su lado de la cama estaba vacío y la puerta del baño abierta, debió ir a ver a Hector, pensó. Se deslizó sobre su lado y apoyó su cabeza sobre su almohada, comenzó a dormirse de nuevo sintiendo su aroma hasta que lo escuchó volver.

Volteó su cuerpo otra vez quedando de espalda hacia él, lo sintió acomodándose contra ella, levantó su cabeza para que su brazo pasara por debajo y su mano subió para entrelazar sus dedos. Le encantaban sus manos, tan grandes, lindas y suaves.

―¿Tienes frío? ―le preguntó él en voz baja arropándolos hasta el cuello.

―No ahora ―respondió ella pasando sus piernas entre las de él―. Abrázame.

No era necesario pedirlo. Apegó más su cuerpo al de ella aunque era imposible, su mano la abrazó por su cintura, acariciando tiernamente su abdomen por debajo de su camiseta, su pulgar acarició suavemente el borde de sus pechos para luego bajar con su palma abierta por su estómago hasta su vientre y tocar su ropa interior con inocencia. Dejó sus dedos ahí por un momento, acariciando y jugando entre su piel y el género.

Se removió contra él un segundo, respirando un poquito más fuerte, él sabía lo que le provocaban a ella esos toques que no eran inocentes, estaba jugando y lo sabía porque ambos eran competitivos, y la sorpresa del día anterior seguía ahí entre los dos, no se vengaría porque le encantó, lo vio en sus ojos y en la sonrisa, pero a la vez vio su deseo de tomarle su rostro con ambas manos y besarla hasta dejarla sin respiración, si ella no hubiese hablado sobre la apuesta, él habría mostrado demasiado.

Y llegó el momento. Al llegar a casa se acostaron de inmediato, la emoción y adrenalina de la noche los había cansado que en cinco minutos ambos dormían acurrucados en medio de la cama.

Ahora sus dedos estaban muy despiertos y tocando suavemente su entrepierna por sobre la ropa, necesitaba darle más espacio, necesitaba su atención. Se removió de nuevo para quedar de espaldas, se recargó en su pecho sintiendo un beso en la frente a la vez que apoyaba la suya contra la de ella, mantuvo sus ojos cerrados y la boca también cuando un dedo se deslizó debajo de su ropa interior, movió su cabeza hacia atrás al sentirlo tocar de arriba hacia abajo toda su abertura, se abrió un poco más cuando dos de sus dedos comenzaron a hacer círculos sobre su pequeño botón de nervios, gimió despacio al sentir el aumento del ritmo de los dedos y el aumento de todas las vibraciones en su vientre, sería rápido y silencioso, increíble e intenso.

Sorpresa en rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora