Capítulo 1. A la caza de un corazón herido.

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"El amor es frustrante y agotador... Especialmente cuando es imposible, en todas las relaciones hay un punto de no retorno, un punto que si lo pasas nunca podrás retroceder. Algunos dicen que es cuando la otra persona te considera su mejor amigo, otros argumentan que cuando piensa que eres como un hermano para él ya no hay vuelta atrás. Están equivocados, en ambos casos hay esperanza, sin embargo, si eres las dos cosas, su hermano y su mejor amigo, puedes quedarte sentado. Nunca te mirará de otra forma, podrías estar muriendo delante suya por una pizca de amor que jamás se dará cuenta."

Los pensamientos de Kenma eran realmente desalentadores, pero su interior, exhausto de pelear en silencio, no podía pensar en algo más reconfortante. Al fin y al cabo la esperanza es lo último que se pierde ¿Pero qué pasa si nunca has tenido el mínimo ápice de confianza en que funcione? Mucha gente pensará que de esa forma la caída duele menos, pero nada más lejano, es mucho peor, es una caída constante de la que no puedes escapar, en la cual cada segundo que pasas cayendo te va rompiendo más y más hasta no dejarte respirar. Hasta ahogarte en silencio.

En cada partido él y Kuroo eran una máquina bien engrasada, formaban un dúo increíble. Cada vez que la levantaba para él podía sentir como si sus corazones estuvieran compenetrados. Sus levantadas y sus remates, sus engaños y sus estrategias, en el campo eran uno, no había nadie que los pudiera separar.

* * *

Era última hora y Kenma estaba plácidamente dormido encima de su mesa de clase, Kuroo se sentaba delante de él así que era prácticamente imposible que se dieran cuenta de que estaba dormido. A pesar de estar en una incómoda posición él estaba sumido en un profundo sueño.

Se encontraba en una habitación totalmente oscura, no se veía nada, solo podía escuchar las carcajadas y las críticas de personas que no podía ver.

"¿En serio ese es el levantador de Nekoma?"

"Es un inútil, no sirve para nada."

"Qué antisocial, apenas abre la boca."

"¡Es muy bajito!"

Esas críticas las escuchó desde pequeño, una y otra vez. En medio de toda esa soledad y penumbra comenzó a ver una tenue y cálida luz a lo lejos. Poco a poco se fue acercando a él, teniendo que cerrar los ojos porque tanta claridad lo estaba cegando. Antes de que pudiera darse cuenta alguien le estaba tendiendo una mano.

"Kuroo..."- Musitó tirado en el suelo intentando mirarle, pero era demasiado brillante para él. Era un símil con su vida, Kuroo era una potente luz que no podía coger mientras que él era simple oscuridad.

"No les escuches, no les creas. Mientras estés conmigo todo estará bien."

Esa frase que tantas veces el azabache le había dicho realmente estaba grabada a fuego en su corazón, era infinita la tranquilidad que le daba escucharle. Aunque no supiera muy bien cómo hacer amigos siempre le había tenido a su lado y aunque pareciera mentira ambos se apoyaban en el otro para no caer.

* * *

Las clases por fin habían acabado pero el rubio todavía seguía sobre su pupitre, si no se daban prisa llegarían tarde al partido contra Aoba Johsai, era un entrenamiento para medir fuerzas, en el que claramente ninguno de los dos mostraría todas sus armas, seguramente ni la mitad de ellas, pero igualmente debían asistir.

Kuroo ya sabía que despertar a Kenma podría ser algo difícil así que optó por dejarle dormir un rato más, se colgó las mochilas de los dos a la espalda y le cogió en brazos, dejando que su cabeza descansara cómodamente en su pecho.

"Descansa tranquilo, yo haré el trabajo por los dos."-Pensó el azabache mirándole con infinita dulzura. Kuroo adoraba tenerlo todo controlado y dentro de ese control también le gustaba tener a Kenma.

Quiéreme. (Kuroken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora