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Vamos Ana, tu puedes hacerlo esto no es difícil, si una vez logre salir por una diminuta ventana de un baño público, saltar una valla eléctrica, escapar de una manada de perros hambrientos y golpear a un oficial sin ser arrestada puedo colocarme mis zapatos, tomé el calzado mientras trataba de levantar mi pie en el inútil intento de tratar de colocarlo, solté un quejido para lanzar el zapato lejos, maldita sea.
Como sea, creo que nuevamente andaré en zapatos, detesto esto. Me tumbe en la cama para comenzar a lamentar mi existencia.

-Espero que salgas pronto, estoy comenzando a tener problemas contigo bebé.

Dije mientras acariciaba mi barriga, escuche como Larry toco la puerta y tras indicarle que pasara que observó con una sonrisa.

-¿Todo bien?

-Ya no puedo ponerme mis zapatos Larry, es tan triste y no quiero forzarlo, ¿que si lastimó al bebé? ¿O si sale antes de lo planeado?

-No tienes que preocuparte por algo así, si ese es el problema entonces yo te pondré tus zapatos-dijo mientras se acercaba.

-Larry.

-¿Si, cariño?

-Tengo miedo.

-Se que estas nerviosa porque se acerca el día del parto pero no tienes nada de que preocuparte, recuerda que el doctor mencionó que ambos están perfectamente.

-No es eso... Yo sigo teniendo esa inquietud sobre si seré una buena mamá, ¿que tal si mi bebé no me quiere?

-¿Por qué nuestro bebé habría de odiarte? -mencionó un tanto burlón mientras se acostaba a mi lado -. Eres una grandiosa persona, alguien honesta, trabajadora, fiel, graciosa y muy divertida.

-Pero, ¿que tal si cambio? ¿Que si soy muy ruda con ella? ¿Que si le digo algo sin querer? Jamás me perdonaría a mi misma por hacer algo así.

-Ana, no tienes porque preocuparte por cosas que aun no pasan. Además te conozco muy bien y se que jamás harías algo con la intención de lastimar a nuestro bebé, después de todo desde que supiste de su existencia siempre pensaste en un buen lugar para él o ella.

Dijo mientras acariciaba mi barriga.
Después de aquél día en el aeropuerto Larry jamás me soltó y lo digo que manera literal, una vez que le contó a sus padres incluso ellos se turnaron para mantenerme vigilada, se que no lo hacían con una mala intención pero quería que Larry tuviera un poco más de paz mental por lo que tuve que contarle absolutamente todo y mis razones del porqué actuaba de tal manera. Escarbe hasta al fondo sobre mis problemas con él, desde mis días rebeldes y como solía ser castigada, regalada incluso golpeada fijamente por mis padres por no cumplir sus estereotipos como hija perfecta, le conte mi más grande temor y es de algún día en convertir en lo que son mis padres.

-Quiero que nuestro bebé crezca bien, que sea feliz, que tenga muchos amigos, que se convierta en alguien de un buen corazón, que cumpla sus sueños, que encuentre el amor que se canse y siempre sepa que es amado.

-Ana, mi amor, no llores.

-No puedo evitarlo, son las hormonas.

Lo escuché reír mientras se acercaba para abrazarme y llenar mi rostro con besos.

-¿Mejor? -preguntó a lo cual asentí -. Bien, debemos irnos. Hoy por fin se dará el veredicto del padre de Leslie y todos sabemos que Blythe tiene el caso totalmente ganado.

-Bien, pero ayúdame a levantarme.

Larry se levantó primero y yo estire mis manos para ser ayudada por él, le escuché hablar sobre los planes que tendríamos como familia pero en cuanto di un paso para ir detrás de él sentí como algo líquido recorrió mis piernas, baje la mirada para observar un pequeño charco de agua, pero que pedazo de mi... Ah no espera, no frente al bebé, demonios.

AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora