Beine & Arme (WonHui/GyuHao)

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Se quedaron encerrados en el cobertizo donde se guardaban las cosas de limpieza y los materiales de los clubes de deportes.

Les había tocado limpiar el salón esa semana y fueron a conseguir otra escoba ya que sólo había una en su aula.

Pero la puerta se cerró tras de ellos mientras la buscaban y las llaves se quedaron en el banco de Jun.

—¿Qué vamos a hacer ahora?

El cobertizo estaba en el exterior, alejado de los salones, cerca de las canchas del equipo de fútbol que ese día no tenía entrenamiento.

El sol de la tarde dando de lleno sobre el lugar.

Wonwoo sentado sobre una caja y Jun con las manos en la cintura, observando.

—¡Oh! ¿Cuántas cajas hay de esas en la que estás sentado?

El azabache alzó la cabeza y contó.

—Sólo tres.

Jun levantó el puño.

—Serán suficientes. Trataré de salir por la ventana.

Comenzó a juntar las cajas de madera.

—Pero del otro lado está alta la caída, esa ventana está muy arriba.

—Puedo caer de pie y aparte no creo que me rompa nada.

Wonwoo le pasó la caja en la que estaba sentado y rió con suavidad.

—¿Qué eres, un gato?

Jun imitó un maullido en respuesta.

Rieron.

Apilaron las tres cajas y Jun se subió.

Eran altos, de la misma estatura, pero aún así le costaba alcanzar la ventana, así que se puso de puntas.

Las cajas oscilaron debajo de él y casi perdía el equilibrio, sino fuera porque Wonwoo corrió y su primera reacción fue sostenerlo de los muslos para que se mantuviera firme.

—Fiuuu, salvado, gracias Wonu, quédate así hasta que sea capaz de abrir la ventana e impulsarme.

Entonces Wonwoo se dio cuenta de lo que sus manos sostenían.

Debido a la fuerza que puso Jun para mantener la estabilidad y la contracción de los músculos de sus miembros inferiores, Wonwoo podía sentir todo aquello debajo de su agarre.

Desvió también el rostro por la vergüenza de la posición en la que se encontraba.

—Ya casi... —Junhui se estiró un poco más y alcanzó la manija para deslizar la ventana y abrirla—. ¡Listo! Me voy a impulsar, gracias, Wonu.

Entonces lo soltó y vio la facilidad con la que Jun subió hacia la ventana para dejarse caer al otro lado.

Suspiró y miró sus manos. Tenía el rostro tan rojo y tan cálido que le costaba pensar en otra cosa.