I

46 7 0
                                    

Palabras: 3856

La soledad no es tan triste, hay quienes la disfrutan y la toman como un momento de encuentro cara a cara con uno mismo.

***

Sus pies colgaban en dirección al agua que pasaba por debajo del puente, sus manos a cada lado del cuerpo y su cabeza derecha, mirada al frente.

Era su primera noche en la universidad y ya no aguantaba el lugar. No es que no quisiera estar, claro que lo quería, pero todo lo que englobaba estudiar allí lo molestaba bastante.

Faltaban tres días para que las clases verdaderamente comiencen y él ya había pensado que su mejor opción era escapar. Era algo que acostumbraba, escapar. Pero en ciertos límites de tiempo, no eran muy largos. Había veces que debía alejarse para concentrarse en otras cosas. Ser solo él y sus pensamientos.

Muchas cosas podían causar estrés en Harry. Y, ese sentimiento, era algo que realmente odiaba e intentaba esquivar lo más posibles.

Por ejemplo en los recreos de la escuela. No era de esas personas sociables, era más un retraído con su encanto. Debido a esto y lo mucho que lo molestaban los gritos de sus compañeros se alejó.

El campus era inmenso, por lo que no le fue difícil encontrar su lugar. Un tronco cortado de un gran árbol.

Cada día iba a él y escuchaba su música mientras hacia sus tareas o cualquier cosa que quisiese. Hasta los días que tenía clases de música llevaba su violín y adornaba el ruido de la suave brisa con sus hermosos acordes. Nadie lo molestaba, nadie lo interrumpía, nada lo estresaba. Sentía paz.

Como en la escuela tuvo su lugar de escape, decidió, que también lo necesitaba en la universidad. Los niños pueden ser molestos, pero adolescentes –Jóvenes entre 18 y 24 años- hormonales, con su estúpida creencia de saber todo y tener toda la verdad no se quedaban atrás. Incluso, Harry pensaba que podían hacer más ruido sin mover un solo dedo. Sus formas de caminar, mirar, analizar y juzgar eran mucho más ruidosas y molestas que unos banales gritos. Creía que tenían la capacidad de decirte "idiota" con solo una mirada, nada más. Quizá era algo estúpido, pero se aferró a su creencia y no pensaba dejarla ir pronto.

No es que le afectaran los comentarios que podían hacer, no era de esos. En realidad nunca los recibía.

No por alardear, pero siempre fue muy querido por todos.

Harry creía bastante en el hecho de "Si le agradas a todos, realmente no le agradas a nadie" o como sea. Así que lo lógico sería creer que no le agradaba a nadie, pero no era así exactamente.

Le iba bien en el colegio, realmente le agradaba a cualquiera, no generaba problemas, nunca hablaba más de lo necesario y defendía a los chicos que eran molestados, todo lo hacía perfecto. Sus compañeros querían ser como él y los profesores querían que todos lo fueran. Admirado, gustado, querido.

A él no podía importarle menos aquello.

Hasta recuerda como los chicos del equipo de futbol de la escuela molestaban a la banda, hasta que él se unió y no guardo más silencio como solían hacer sus compañeros. A cada burla o molestia reaccionaba, siempre de una forma más educada. Esto causaba la molestia de ellos, estaban acostumbrados a lo bruto, golpes físicos.

Harry les daba, más bien, golpes emocionales. Ya saben, fuertes por fuera, débiles por dentro.

Sin embargo, para lo que sus compañeros consideraban perfecto, para Harry era algo estresante. Se mataba estudiando, casi no tenía tiempo libre. Entrenaba mucho fuera del colegio para poder estar bien físicamente, y nunca hacía nada incorrecto o indebido. Sumando las extensas horas de práctica con violín que, aunque sus padres lo obligaron a tomar, era algo que él no detestaba ni un poco.

Us & Them || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora