Parte 1

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Nuestra historia inicia en la segunda mitad del siglo XIX, conocido como el Siglo de la Industrialización, en una pequeña ciudad rural al sur de Francia.

 Syaoran llevaba más de una hora absorto en sus pensamientos, de pie frente al gran ventanal que miraba hacia los jardines, no era capaz de captar ningún sonido por estridente que éste fuera, inmerso en sus propias cavilaciones.

-"¡Syaoran... Syaoran...."!!

De manera instintiva, ocultó el papel con caracteres orientales que tenía en la mano y se giró despacio tomando recién conciencia de lo que ocupaba su entorno, enfocando la mirada en su hermana más joven, que era mayor que él y que hacía unos meses se había casado, dejándolo solo en la gran casa familiar.

-"Te he hablado varias veces. ¿Qué te sucede?"

-"Perdóname, no sabía que habías llegado... sólo pensaba en el siguiente viaje" – mintió, aunque de cierta manera decía la verdad.

Su hermana lucía un abultado vientre, muy pronto recibirían un integrante nuevo en la familia. Ella era la única que solía visitarlo porque le preocupan los estados de melancolía que había adoptado el joven en el último tiempo.

-"¿Te has enterado que ha fallecido el señor Léclerc?"

-"Sí, me lo han comentado esta mañana. Era de esperarse ya que su salud estaba bastante resentida, todavía lo puedo recordar los días domingos frente a la Catedral acompañado de sus numerosos hijos... papá le tenía tanta estima...

-"Sí, vino muchas veces a casa a visitarlo durante su agonía. Fue un gran amigo... "– pareció recordar algo - "tú nunca me contaste el por qué no aceptaste su patrocinio en la armada."

-"Me puso condiciones que no sabía si sería capaz de cumplir... una de ellas te incluía a ti y en otra me comprometía a mí con una de sus hijas".

Unos años antes su padre había soñado un futuro para él como Almirante de la Armada, siguiendo las tradiciones de su honorable familia que había servido a "La Royal" por varias generaciones. No era casual que uno de los salones de la enorme casa estuviese dedicado a conservar los numerosos recuerdos de la gloriosa carrera naval de la familia.

De joven él había intentado obedecer poniendo todo su esfuerzo y empeño para cumplir con los deseos de su padre que le parecían entonces un gran honor, siendo el único hijo varón de la familia lo aceptaba sintiéndose orgulloso de su progenitor. Sin embargo, con los años su ánimo fue decayendo al observar que la salud de su padre disminuía y los altos gastos asociados a sus tratamientos médicos mermaban la fortuna familiar.

Con 18 años cumplidos, habiendo dado sepultura a quien declaró como el último Almirante condecorado de la familia, tomó la decisión de abandonar la carrera naval y abocarse a ayudar a su madre viuda y consumida por la pena de los últimos años de agonía de su esposo, sus dos hermanas más jóvenes, que si bien poseían la dote necesaria para conseguir buenos esposos, al no contar ahora con la influencias del padre habían perdido atractivo para los jóvenes solteros de su círculo social.

Después de cuatro inciertos años había conseguido estabilizar lo que quedara del patrimonio familiar con la venta de algunas propiedades y liquidando deudas, pero lo cierto es que su porvenir seguía siendo un gran misterio, como si su vida careciera de propósito y contando a la fecha con 22 años, lo comenzaba a invadir el desasosiego.

Sin embargo, la fortuna vino en su auxilio una tarde de mediados de Noviembre alcanzándole durante una escapada que había realizado a la oficina postal. Por ir apurado, chocó de frente con un joven que cayó al piso por la fuerza del impacto, cuando le tendió la mano para ayudarlo a levantarse y ofrecerle una disculpa, lo reconoció. El joven a quien había hecho caer era un ex compañero aspirante de la armada, que había abandonado la carrera forzosamente para casarse con su novia que contaba a la fecha con cinco meses de embarazo.

La Ruta Hacia TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora