Capitulo I

4 0 0
                                    


Capítulo I

Mis uñas golpeaban contra el banco esperando que se haga la hora, había dejado de tomar notas cuando el profesor se puso a hablar de su vida que poco y nada me interesaba, y no había logrado dormirme por el bullicio que hacían mis compañeros. Mire hacia afuera, el clima había cambiado drásticamente y en cualquier momento se largaría una tormenta, debía correr a casa. Cuando el reloj marcó las doce el timbre que nos dejaba paso a la libertad sonó, tome mi mochila para guardar todo, guarde mi celular en el bolsillo delantero del Jean y pase por mis hombros una campera de cuero gastada. El profesor me sonrió al pasar por delante suyo y le moví la mano como saludo. Era tener suerte el caminar por el pasillo sin que te empujen, no me pasaba, había logrado tener hasta moretones, las personas se apuraban por salir de este infierno. Baje los escalones rápidamente chocando con uno de los chicos malos de la escuela, lo mire de arriba abajo y negué.

- Deberías ver por donde caminas.- Hablo fuerte para que todos se me rieran en la cara.

- Y tú deberías lavar la ropa, no sé cómo estos inadaptados soportan ese olor asqueroso tuyo.- Le respondí dejándolo anonadado.

- No te metas conmigo pequeña tonta.- Me murmuró contra mi cara.

- Mejor tú no te metas conmigo pequeño simio.- Le guiñe un ojo y me dispuse a seguir mi camino.

Llegué a casa sin que una gota cayera sobre mi cabeza, pero una vez que cerré la puerta el mundo se vino abajo. El olor a comida me inundó las fosas nasales, sonreí internamente, fui hacia mi habitación para dejar la campera con la mochila, pase por el baño para lavarme las manos y de ahí hacia la cocina, Margarithe revolvía algo en una olla.

- Huele bien.- Hable logrando su atención. Dejé un beso en su mejilla. Me sonrió. Observé la olla para ver que cocinaba.- Hey mi comida favorita.

Puse la mesa con el sonido de la televisión de fondo, ella puso la comida en los platos y yo me encargué de servir la bebida. Comimos en paz, nadie hablaba, en las noticias estaban contando la historia del chico que se suicidó hace más de tres semanas, cambie de canal.

- Deberías descansar.- Murmuré mientras lavaba los platos.- Ve yo me encargo del resto.- Ella asintió y se fue por el pasillo.

Terminé de lavar los platos y de limpiar la cocina, apague las luces que no se estaban usando y fui hacia el altillo para ponerme a ordenar lo que dejé la semana pasada. El tiempo pasó volando, de eso estaba segura. Mi celular vibró con un mensaje, lo ignore y seguí en mi tarea. Mire por la ventanilla como se había hecho de noche y como los rayos resaltan en la oscuridad, los admire por un rato. Era raro no escuchar ruidos en la planta baja, así que decidí bajar para ver si Margarithe seguía dormida. Golpe suavemente su puerta y nada, después de golpear dos veces más y no responder la abrí, camine lentamente hacia la cama, y allí estaba durmiendo, la acaricie para despertarla, su cuerpo estaba frío, su pecho no subía ni bajaba, su pulso no existía.

Llevé mi mano derecha hacia mi boca para ahogar un grito, tome mi teléfono y marque el número de la ambulancia, empecé a caminar de un lado a otro, nerviosa, porque a ella. Los paramédicos llegaron en menos de diez minutos, les abrí la puerta y les expliqué la situación ellos fueron hacia la habitación dejándome en la sala con una chica que me intentaba calmar, no podía calmarme. La puerta del cuarto se abrió dejando salir a ellos con la camilla tapada con una bolsa negra.

- Lamentamos su pérdida señorita.- Me permití llorar todo lo necesario, porque sabía lo que se venía, debía ser fuerte.- Podrá pasar mañana por la morgue a retirar el cuerpo para tener su ceremonia de despedida.- Asentí y agradecí que hayan venido.

La noche se hizo larga, la oscuridad interminable, la soledad pesada, mis ganas de no saber más nada del mundo aumentaron. Margarithe no tenía familia. Ni yo lo era. Tome su agenda con números de personas que pensaba que eran importantes para ella, pero nadie atendió el teléfono. Rendida de querer comunicarme con alguien y no lograrlo fui a darme una larga ducha para luego ir hacia el cementerio. No éramos religiosas ni nada por el estilo y no teníamos dinero suficiente para llevar una buena vida. Un Jean negro, una remera negra corta con la frase Fuck You detrás, unas zapatillas y la campera de cuero y estaba lista. Cerré bien la puerta con llave y comencé a caminar hacia el cementerio, ya que había pedido que la lleven directamente allí. Estaba relativamente cerca, ya que al vivir en un barrio bajo estabas rodeada de muchas cosas horribles, desde la ventanilla del altillo se veían a veces las luces de colores que prendían allí. Las rejas estaban abiertas, subí los tres escalones para ir a informes y preguntar en qué parcela estaba. La señora no menor a los cincuenta me indico el camino desde su silla, le agradecí con un gesto de la cabeza y volví a bajar los escalones, rodeé la casa de informes y fui hacia donde ella me indico. La tierra estaba todo mojada y costaba caminar, culpa de la lluvia de anoche. El cajón estaba cerrado, en el segundo estante del mausoleo, abajo se encontraba su marido, que por las historias que me había contado era el amor de su vida, cuando yo llegue a sus vidas él ya estaba en la etapa final de una horrible enfermedad, al frente estaba su hijo que había fallecido en un accidente automovilístico. Acaricé el cajón de caoba y me senté en un banco que había dentro, era una pequeña casa para los muertos.

Saqué el celular para poner su canción favorita y para ver si alguien se había dignado a preguntar por ella. El tiempo había pasado y no tenía ganas de volver a casa, a estar sola, pero sabía que tenía que afrontar la realidad. Un ruido me sacó de mi lugar, rápidamente prendí la linterna para ver quién era, un chico un poco más grande que yo estaba en la puerta que se había cerrado tras de él, me dedicó una sonrisa y caminó lentamente hacia mi. Fui retrocediendo a ritmo con sus pasos hasta que me choque la pared. Sin escapatoria.

- ¿Acaso sabes lo que has hecho? Nos dejaste encerrados.- Grite y el solo río.

- No estamos encerrados.- Levantó sus hombros y le señalé la puerta.- Mínimo detalle. No saldremos por ahí.

- No romperás nada de aquí adentro.- Le apunte con la linterna, cegando su mirada.

- Esa no es la idea chiquita, a ver muévete un poquito.- Le hice caso.

Puso ambas manos en la pared trasera del mausoleo y dijo unas palabras que no logré descifrar, la pared se abrió hacia un costado dejando a la vista una escalera que desde mi punto de vista bajaba y una luz roja demasiado brillante. Tomo mi mano con suma delicadeza y tiró suavemente para que lo siga.

- Bienvenida a casa.- Murmuró, mientras bajábamos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 20, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Goddess Of The UnderworldWhere stories live. Discover now