Única parte

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Se encontraban sentados a lo largo de una pradera, Hua Cheng estuvo pensando que era una buena idea salir y caminar, había salido hace unos días del santuario Puji hacia la ciudad fantasma para reunirse con He Xuan con el fin de hablar acerca de unos problemas que estaban ocurriendo cerca de ambos territorios, pero no fue gran problema, realmente estuvo siendo visitado por ambos oficiales del sur, a veces no creía como había mejorado su relación con ellos, y más importante, la de ambos.

Habían sido 800 años malos de malentendidos entre los tres, disputas directas de los otros dos, pero por lo que podía observar actualmente, la relación de ambos había mejorado demasiado, estaba tan contento por ellos, él sabía que había algo más, lo podía observar en sus miradas, pero eso no importaba solos se darían cuenta.

Fijo su mirada una vez en el horizonte, era tan bello, los árboles se mecían de manera lenta con el viento, el sonido de los árboles meciéndose eran tan relajantes, el olor de las plantas era como un calmante, amaba sentir esa paz, esa tranquilidad, sentir a su costado a la persona que amaba, entonces giro a verle.

Ahí estaba otra vez, la sonrisa cálida de San Lang, su mano extendida hacia él, aquella que ha podido observar desde el año en el que regreso, lo amaba tanto, fijo una vez más su mirada hacia la contraria, realmente no podía desear nada más al verlo así, tranquilo.

- Gege, ¿sucede algo? – Ante aquella pregunta se perdió de la ensoñación en la que se encontraba, observo la mirada curiosa de San Lang, no pudo evitar que se le subieran un poco los colores a la cara.

- O-Oh no, no sucede nada, solo...... recordaba – Bajo un tono de su voz, realmente no podía creer que ya llevaban cinco años juntos, él y San Lang, tantas cosas habían sucedido a lo largo de esto, tantas sonrisas compartidas, tantas cosas hechas juntos, realmente Xie Lian no cabía de la felicidad que vivía actualmente.

- ¿Qué cosa Gege? – Ante la respuesta, no pudo evitar centrar su completa atención en el chico de túnicas blancas – Me gustaría saber en que piensas, claro, si su alteza desea contarme – Dijo con una pequeña sonrisa que nada más conocía el contrario.

- Pues, recordaba tantas cosas, principalmente los momentos que viví con San Lang – Mostro una gran sonrisa – Como cuando hacemos la comida, cuando tu pruebas mi comida, y muchas cosas más – realmente amaba ese trato del contrario, sentía que nunca podría obtener eso con alguien más.

- Tu mereces eso y más Gege, mereces mucho más – Tomó lentamente la mano contraria entre la suya para llevársela a los labios, miro de manera profunda al otro mientras le daba un pequeño beso, uno que demostraba aquella infinita fidelidad hacia él, porque nunca dejaría de demostrarle que era su creyente más leal, el que nunca se iría de su lado, jamás.

Hua Cheng se separó lentamente de aquella mano, y levanto su mirada hacia los ojos avellana del contrario, el universo pareció detenerse en ese preciso instante, el chico frente a él tenía sus mejillas sonrojadas y trataba de evitar su mirada, mordía su labio inferior levemente por no saber que decir o hacer, se podía ver como comenzaba el sol a descender, dando un espectáculo tan hermoso en el cielo, aquella combinación de colores, que venían desde un azul tan claro hasta poder obtener unos colores anaranjados y otros delicados rojos.

Aquellos colores iluminaban de una manera cálida todo, pero el mayor espectáculo de aquel atardecer eran aquellas dos almas bajo un árbol, solo alguien tenía que observarlas para ver a un par de enamorados, y no solo eso, a una sola alma, aquella unión entre ambos era tan única, ningún simple mortal sabría como admirar aquella escena, no podría entender aquellos profundos sentimientos que ambas personas se mostraban.

Una última sonrisa en el veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora