Amor en Madrid | YiZhan

Fuimos los mejores amigos

『Eres mi flor no porque en el mundo seas tú lo más hermoso.

Eres mi flor no es porque en el mundo sea tu perfume el más dulce.

Eres mi flor pues ya en mi pecho antes habías florecido.』
~Han Sang-kyung

『ACTUALIDAD ♡.』

El avión está aterrizando.

Reviso la hora. 15:06 hrs.

Qué puntualidad de la aerolínea.

La gente a mi alrededor comienza a sacar sus carteles de "bienvenida a casa" "Agustín" y detalles así.

Yo también saco el mío. No había pasado toda la noche haciéndolo con cariño para no usarlo al último momento. Aunque, pensándolo bien... no es tan difícil hallar a mi amigo entre la multitud. Digo, ¿Cuántos españoles y extranjeros pueden medir 1.80? Desde que yo llegué a esta ciudad, he sido uno de los tíos más altos de la universidad y del Centro Coreano al que asisto los jueves.

A dos metros de distancia míos, una familia comienza a emocionarse cuando el avión finalmente se detiene y las escaleras llegan hasta él. Creo que la mamá se suelta a llorar de la felicidad. Ojalá que mamá también me reciba así cuando regrese a casa.

Pasaron algunos minutos más y la gente procedente del avión cruza las puertas que dan a la sala de espera del aeropuerto. Me estiro un poco para intentar encontrar a Yibo. Bajan la mayor parte de los pasajeros; señoras, niños, ancianos... y ahí, medio pabilado, está él.

—¡Hey! ¡Grandísimo idiota! —grito dando brincos y alzando mi cartel.

Wang Yibo me encuentra rápido y corre hacía mí. Al estar a muy cerca, deja sus maletas a un lado para atraparme mientras yo me le echo encima, brincando y enredándome en sus brazos.

Él me sostiene y da varias vueltas en el aire. Cuando dejo de girar, me quedo abrazado a él otro rato, apretándome más contra su cuerpo.

—¡Wudian Zhan! —me susurra al oído.

Al fin tengo alguien aquí conmigo.

Nada había cambiado desde la última vez que nos vimos. Sigue tan alto, pero no más que yo. Un poco más delgado, quizá, pero igual que siempre. Incluso aquel abrazo es cálido. Como si llevara años esperando a darse.

—Creo que somos los únicos que seguimos aquí —digo cuando noto que muchos comienzan a dispersarse hacia las salidas.

Me separo y limpio las diminutas lágrimas que me salieron. Por un momento tuve la tentación de besarle. No sé por qué. Casi estuve a punto de hacerlo, de no ser porque Yibo se mueve y termino dandoselo en la mejilla.

—Vamos —digo, tomándole de la mano —la comida hoy cuenta de mi parte.

Caminamos hacia la salida y nos perdemos entre la multitud, platicando de lo emocionante que fue para él viajar en avión y las aventuras que pasaríamos los siguientes días antes de regresar a China.

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Pago la cuenta del buffete y salgo con mi amigo detrás de mí. En las pocas horas que llevábamos juntos ya nos hemos actualizado de los chismes más importantes.

De no haber sido por él, hubiera tardado en enterarme que su amiga Xuan Lu había quedado embarazada del amigo de su novio, o que su primo Jiaer también había ganado una beca para estudiar en el extranjero un semestre y ahora quería que todos le llamarán Jackson.