Capítulo 16 [Serendipia]

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Janelle Bullrich

Ya son las doce de la noche y Anton no ha llegado aún. A pesar de lo tonto que se portó, me preocupa que por ahí se lo haya comido un oso o algún animal, no sé.

En todo el transcurso de camino hasta esta casa, no alcancé a ver ninguna casa, bar o tienda. No quería subir a la habitación sola, y la chica de la que sentí celos hace algunas horas, me acompaño hasta ahora.

Nos pusimos a ver una película, me conversó un poco de la vida de Anton, tampoco me dijo mucho, solo que cuando era niño era diferente, mucho más alegre, y hasta sabía hacer bromas, cosa que se me hace imposible de creer. No puedo entenderlo y ahora mucho menos.

Varias veces hasta este momento me imaginaba que tal vez, él esté con otra chica. Era una idea no muy irracional para lo que él es. Y me molesta y me duele, pero es verdad. No puedo pedirle explicaciones de nada. Aunque me vaya a casar con él, en realidad no somos nada.

Y lo tengo en cuenta.

Y espero que él también.

—Se que, estás preocupada por Anton, se te nota cada vez que regresas a ver a la puerta esperándolo—habla a mi lado, Adela. Mientras come las palomitas que sobraron.

—No estoy preocupada por él—dije volviendo la vista a la televisión.

—Jane, no me has preguntado por él. Pero sé que lo haces—se acercó más a mí y yo seguía mirando la tele sin verla en realidad—. Pero solo no te preocupes, a medio kilómetro de aquí, hay un pueblo pequeño debió de haber ido allá— la miro, y me sonríe.

Ella es de las personas que, aunque haya intentado que me caiga mal, no lo lograría, es demasiado, extrovertida y alegre, es mi tipo.

—Y si me lo preguntas, dudo mucho que esté con alguien—volvió a comer las palomitas. No lo hice, pero tampoco me reconfortaba que me lo digiera ella.

Y no iba a demostrar que me importaba y no debería importarme, por mi bien y el de mi corazón.

—No me preocupa lo que esté haciendo, me preocupa que se lo haya comido una culebra, o tal vez un oso, no lo sé. Me preocupa no tener a alguien para que me devuelva a mi casa. Además, se supone que en esta semana debería de estar dando exámenes, como los demás chicos normales del instituto. Supongo que reprobare todo—hablo con pesar. Aunque en realidad, no me interesaba mucho.

Aun así, a Anton definitivamente no le importo, de lo contrario habría... no sé, velado más por mi futuro y dejarme dar los tontos exámenes.

—Pero te preocupa, da igual la manera en que lo haga Jane—murmuró y asentí volviendo a mirar la puerta—. Ya no estés preocupada, porque lo estás y mucho. Ya vendrá, y si se lo comió un oso lo sabremos mañana, deberías ir a descansar, yo haré lo mismo— se levanta del sofá.

—Gracias—murmuro.

—¿Por qué? —sonrió.

—Por haberte quedado conmigo, a pesar de que al principio...

—Me querías matar, lo sé. Descuida. Siempre que necesites hablar con alguien o para lo que sea. Casualmente, ahí estaré yo. Me gusta saber la vida de los demás, así no noto mucho mi aburrida vida—nos reímos—. Buenas noches Jane.

—Buenas noches, Adela—me despido, me abraza y se va.

Mi móvil comenzó a sonar y lo busqué entre mis bolsillos, pero no estaba, lo encontré atrás de uno de los cojines del lado del que se había sentado Anton. Había olvidado que él me lo quitó en el auto.

Miré la pantalla esperanzada de que tal vez sea Anton. Pero no, es Layla.

—¿Bueno? —contesto.

RULER Libro I  (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora