―¿Otro trago, Ms Dust?
Viendo la lustrada bandeja que contenía los más finos licores del averno, sonrió coqueto al joven mayordomo, cuya profunda mirada ámbar permanecía fija en su persona, pese a que mantuviera la cabeza gacha.
Tomando una de las tantas copas a su disposición, pasó por enfrente de aquel pobre diablo de apariencia sombría, contorneando las caderas con un vigor sutil, con los destellos dorados de su vestidura adornando cada movimiento de su semihumanizada anatomía.
―Gracias, encanto, brindo a tu salud ―murmuró meloso, inclinándose un poco con la copa en lo alto en gesto solemne.
Su escote no podía esconder del todo bien la esponjosidad de su dotada delantera.
Divertido por la mirada deseosa, llegando a verse estúpida, de aquel ser, se dirigió a pasó lento por el inmenso salón hacía uno de los balcones. Advirtiendo por el rabillo de ojo como sus parejas se encontraban a gusto hablando con sus respectivos conocidos, siguió avanzando a su destino, antes de que su hermana, Charlie o Vaggie fueran a buscarlo para el brindis.
Llegar a celebrar cincuenta años de matrimonio en el infierno no era algo de todos los días. Mucho menos si las partes compartían tanto tiempo juntos como él y sus esposos lo hacían.
Sin dudas, era algo de elogiar, siendo uno de los matrimonios más longevos, luego de el de la realeza.
Revestido de piedras preciosas y finas sedas, el castillo era ambientado por el aroma de drogas finas y tragos fuertes, así como un ameno parloteo, no solo por parte de los estirados príncipes de la realeza infernal y hermanos de Stolas, sino que de varios IMP y demonios de los rangos más bajos que habían sido invitados como todos los años, como un regalo de uno de sus más grandes benefactores.
¿Qué hubiera sido del Hazbin Hotel sin la intervención y colaboración de Stolas? ¿Sin la propaganda de Blitzo y su grupo en el mundo humano?
Claro qué el noventa por ciento de los que escuchaban la promoción y llegaban al hotel, estaban ahí gracias a que fueron asesinados por su pequeño esposo y su grupo, pero eso son detalles.
Perdido en el manso movimiento del Brandi entre sus dedos, la copa de cristal relucía entre tonos violetas y rosados ante la luz tenue de las farolas, iluminando con calidez el palco privado donde le gustaba tomar el desayuno con sus queridos.
El tiempo pasa rápido cuando se está distraído. Ni siquiera notó cuando llegó a su destino.
Dirigiendo su mirada en la inmensa decadencia del cielo rojo sobre su cabeza, una sonrisa adornó sus labios mientras algunos recuerdos llegaban a su mente. Remembranzas que, en su momento, supieron ser amargas y ahora hasta las recordaba con cariño.
"―Sabía que no tendría un final de cuentos. ¿Sabes? Puedo ser infantil, pero hasta yo se discernir las fantasías de la realidad."
Cerrando los ojos por un momento, la araña de entre todos sus recuerdos, mantenía ese como el más nítido en su corrompida mente. Su fallido intentó de huir, sin pena, ni gloria, del que había sido hogar. Su último día en el Hazbin.
Haciendo memoria resultaba hilarante. Después de dejar una carta de despedida entre las hojas del diario de Charlie y otra entre los moños de Vaggie, explicando sin demasiados detalles el porque de su ida, su plan se vio truncado gracias a cierto gato alado, que no estaba dónde había contado con que estuviera.
¡Lucifer bendito! Fijo permanecía en sus recuerdos como se mentalizó, elevando sus caídas barreras al límite, para que su respiración siguiera siendo suave, que sus ojos no se apagaran y que su espíritu no se destruyera en plena puerta mientras hablaba con Husk. De la misma forma que lo hacía cuándo ayudaba con la organización de la boda, cuando estaba con Charlie y hablaban de sus problemas, problemas que él nunca podía revelar completamente por temor o mejor dicho resignación.
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Destinos y Destinatarios
FanfictionÁngel Dust ¿Aceptas estos dos demonios como tus amados esposos, para respetarlos y adorarlos, como ellos te amaran a ti, hasta que la muerte los separe? ¿O te rebajadas a ti mismo y volverás a ser la puta de quienes nunca te cambiaron? Dicelos, car...