―¿Una copa, mí reina?
Mostrando filosos colmillos, aquella alta figura fue acercado el delicado cáliz labrado entre sus delgados dedos a la presencia de su señora, su reina, su dueña, su alfa.
La copa terminó pérdida en el suelo, cuando ella tomó de la estrecha cintura a su disposición, mientras que su lengua rosada recorría la línea sangrienta que delineaba la comisura de esos finos labios carnoso.
―¿Dónde has estado, precioso? Daddy y yo te hemos estado buscando desde que empezó la recepción ―consultó con una sonrisa notando como el aroma de su chico ahora era más perceptible, más dulce, solo para ella.
―Problemas de Drama Queen con la futura esposa, pensé que trayendo algo de sangre fresca y viseras molidas podría relajarlo, ya que se negó a comer el desayuno y no estoy tan demente como para golpearlo el día de su boda.
Soltando una sonrisa divertida, Lilith jugó con el blanco cabello, adornado con manchas rojas con forma de corazón, antes de que su mano se escullera dentro de la siempre leal chaqueta carmín. La cual, manteniéndose sobre los anchos hombros, e inusualmente abierta, permitía observar una camisa blanca con detalles en el cuello y un pantalón de vestir rojo pegado al cuerpo, que llamaban a sus manos a rasgarlo y dejar a la vista el boxer de encaje y las medias de red que tanto le gustaban a ella y su esposo.
―Tu siempre tan caritativo, Va~len~ti~no ―canturreó burlona.
La única razón para ser tan servicial, era el hecho de no querer lidiar con la furia de Stolas.
―Estoy para servir, My love ―respondió inclinándose levemente, provocando que su blanco cabello cubriera uno de sus ojos. Más precisamente el que poseía la esclerótica blanca y el iris color granate, el que contaba con la apariencia más humana.
Su nueva apariencia era lo que quedaba luego de que un demonio no quisiera terminar su ida al paraíso, quedándose en el infierno con medias características humanas.
Una forma curiosa, no por eso menos atractiva.
Sujetando la cintura de la regente, daban comienzo a su usual juego de dominación y sumisión.
Él no iba a dejarse dominar fácilmente y a los reyes les encantaba ver cómo sus esfuerzos eran burlados y retrucados de forma tan original.
A los reyes les gustaban las personas sagaces y ese Overlor siempre llamó su atención.
Moliendo sus cuerpos juntos, el Omega real no pudo evitar que sus feromonas se dispararán al sentir la inquietud de su reina.
―¿Qué ocurre, mí dulce miel? ¿Quién ha hecho que tú misteriosa presencia se crispe y tú cuerpo se enerve en cólera? ―murmuró repartiendo cariñosas lamidas al cutis y los pómulos― Dime tus pesares, mí reina.
―La hipocresía de algunos es agobiante ―dijo al fin la regente, perdiéndose un poco en el exquisito olor de su súbdito, de su confidente, de su caballero, su Omega.
―Existo con el miedo de que en cualquier momento el cielo se de cuenta de mí felicidad y tome cartas en el asunto. Como en tantas veces lo hizo en el pasado. Si eso ocurriese mí bebé estaría en peligro… el último que me queda…
Escuchando el dolor impreso en las palabras de su amada alfa, el Overlord siguió exudando sus más dulces feromonas para confortarla, acercando sus cuerpos hasta que no existiera separación alguna entre ellos.
―Estoy tan malditamente exhausta de todas las indignas creaciones que fueron a caer en mí dulce jardín de maldad. Desearía tanto que las ejecuciones pudieran volver a ser regulares, para poder liberar a mí gente de aquellos que, como esa perra y sus malditos machos, manchan el infame nombre de los Alfas y Omegas de mí reino. Aparentando ser ángeles, cuando no pueden ocultar sus cuernos y cola de demonio.
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Destinos y Destinatarios
FanficÁngel Dust ¿Aceptas estos dos demonios como tus amados esposos, para respetarlos y adorarlos, como ellos te amaran a ti, hasta que la muerte los separe? ¿O te rebajadas a ti mismo y volverás a ser la puta de quienes nunca te cambiaron? Dicelos, car...