Sistema de Recolección de Puntos Interdimensionales

Destino Final, Shizun

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Destino Final

Shizun

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Luo Binghe siente una luz brillante envolverle, antes de que pueda darse cuenta, ya no se encuentra en aquel molesto santuario, puede reconocer bien el lugar en que está, en las afueras de la secta Cang Qiong.

Sus ojos brillan y su sonrisa se amplía hasta que la comisura comienza a dolerle por el extraño gesto en su rictus, siempre austero. Está aquí, aquí es donde está el Shizun que ha anhelado desde la primera vez que vio.

Corre como un niño emocionado hacia aquel lugar que en su juventud le trajo tan malos recuerdos y desgracias, quién diría que iba tras el autor de todos sus infortunios, sin las intenciones de matarlo o volverlo una vara humana.

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Si Shen Yuan pudiera describir su vida, o, mejor dicho, sus inquietudes; no serían suficientes los pergaminos que componen la biblioteca de la secta. Tras descubrir que está ahí, atrapado en un mundo distante, asumiendo el papel de un refinado inmortal, no es precisamente el ideal de su sedentaria vida, pero llegado a ese punto, no lo ve como la peor de las posibilidades.

Y al no ser la peor, ya es un aliciente para apegarse a su papel que tampoco es muy distinto al de su mundo ya que descansaba mucho más que cualquiera con la irrefutable excusa de la meditación. Un envase rebosante de bollos dulces le saluda desde la mesa, cortesía de un discípulo demasiado dedicado a su cuidado, pero exageradamente exigente de su atención. Eso no es un inconveniente una vez que sabe que incluso la más pequeña interacción alboroza a Luo Binghe, no obstante, a veces es cansado resistir su frenetismo y justo en ese momento, no está en contra de disfrutar de esos delicados y bien presentados dulces a la luz de un moribundo y ocre atardecer sumergido en más lectura de la época.

A medida que se va acercando, va sintiendo algo de nerviosismo, algunos discípulos le miran para luego apartarse, es mejor que corran como cucarachas no son de su interés, a diferencia de cómo solía ser este lugar se ve rebosante de vida y alegría, nada que ver con los estudiantes abusivos y el aura de tensión en el ambiente, era un lugar cálido, era este el lugar que su Shizun había creado.

Sin anunciarse abre la puerta frente a él, esa puerta que nunca pensó en abrir por su cuenta, ve aquella adorada figura que con los tonos del atardecer luce como un auténtico ser divino, le ve saborear despreocupadamente un bollo dulce, parece abstraído en sus pensamientos, pero no tarda en percatarse de su presencia dejando el bollo a medio comer. Le observa usar su abanico para cubrir parte de su rostro como si le hubiera descubierto haciendo algo indebido, sus ojos hacen contacto visual con los suyos y siente que su corazón late desbocado.

—Shizun —susurra.

El dulzor relleno de aquel bollo se escurre entre sus labios y casi es imposible evitar temblar de éxtasis, alabando mentalmente las habilidades culinarias de su discípulo. En la privacidad de su recinto, ese es el único momento en el que puede volver a ser un simple universitario pseudo virgen que disfruta de un manjar vespertino y no piensa renunciar al éxtasis de disfrutar de esa sensación mientras tuviera la oportunidad. Aun así, ahogo un sonido de satisfacción y poca atención presta al contenido del bollo escurrir hasta su barbilla y que amenaza con arruinar su indumentaria y hubiera seguido así de no ser por la inesperada irrupción de su discípulo.

La reacción inmediata fue componer su expresión y por supuesto, ocultar cualquier indicio de su debilidad, disimulando la acusadora prueba que mancha su barbilla con su abanico para limpiarlo con suma diplomacia.