Capítulo 27: Iguales.

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Era un verano del año 2008, cuando descubrí que papá me conocía mucho más de lo que mamá decía.

Meredith Delacroix tenía un pasatiempo, y ese era hablar mal de su esposo frente a su hija. Para ella, todo lo que hiciera Thomas, estaba mal, sin importar cuanto papá se esforzaba para demostrar lo contrario.

Habíamos salido de una cita médica, y como Meredith no estaba allí, Thomas decidió que sería buena idea pasar por el parque y dejar que jugara por primera vez lejos de Sam, Abe y Male.

—No le veo nada de malo, por unos minutos—Sonrió.

— ¡Genial! Iré a hacer amigos.

Papá tiró de mi mano cuando quise salir corriendo. Su cara había cambiado y eso me asustó.

—Julie, no hables con extraños. ¿Entendido?

En ese momento no entendí a qué se refería, pero no importaba. Solo debía hacerle caso y podría volver al parque de vez en cuando.

Ya se estaba haciendo muy tarde. La mayoría de los niños que había alrededor, ya se habían ido.

Me resultó muy fácil no hacer amigos, o hablar con extraños. Sam suele decir que soy aterradora, con mi tez pálida, cabello negro como la noche y mis ojos claros. Siempre dice que parezco una típica niña de cuento de terror. Nunca le hice caso, hasta que esa tarde lo comprobé.

Decidí alejar esos pensamientos yendo a los columpios. No hay nada que un poco de diversión no pueda calmar.

—Juliette, no hagas eso. ¡Te vas a caer!

Escucho gritar a mi padre cuando comienzo a columpiarme de pie. Rodé los ojos y bufé. Ya debe entender que no soy una niña, yo puedo sola.

Rápidamente me arrepentí de no haber escuchado a Thomas Delacroix cuando mi pequeña mano resbaló de la soga. Ya podía escuchar los gritos de mi madre a mi padre, diciéndole que todo era su culpa.

Pero el golpe no llegó.

Miré hacia arriba, tratando de comprender que había pasado. Y encontré esos ojos azules que me miraban con desaprobación.

— ¿Cómo lo supiste? —Pregunté.

—No importa cuántas veces te diga que no. Tú siempre harás lo contrario a mí.

Mostró una sonrisa burlona, y luego me abrazó.

—Vamos, y evitemos platicarle de esto a tu madre, ¿Sí?

—Sí.

El camino transcurrió en absoluto silencio, agradezco a Oliver por respetar mi dolor.

Creía que estaba cerca, que cada día que pasaba era uno menos para volver a ver a mis padres... Pero mientras más cerca me sentía, una pared enorme se interponía en mi camino. ¿Cuánto tiempo más debo soportar para ser feliz? Si es que algún día lograré serlo.

Escucho como Oliver estaciona, pero yo no me atrevo a levantar la mirada.

—Mi padre murió.

Cuando no obtengo respuesta, me obligo a verlo. Sujeta el volante con fuerza.

—Lo sé.

— ¿Lo sabes? —Mi voz se quiebra—Tuvieron algo que ver, ¿No es así?

—No, Juliette. Fue un accidente.

—No lo creo.

—Pues créelo, porque eso fue lo que pasó—Suena molesto. Jamás había usado ese tono conmigo.

MasonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora