CAPÍTULO UNO: PRIMER REENCUENTRO

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Después de aquella terrible guerra que al mundo había sumido en el caos Konoha había quedado casi en ruinas, igual que las demás aldeas. Pero con la ayuda de sus habitantes se estaba recuperando volviendo a todo su brillo de antaño, e incluso decían que estaría mejor que nunca.

Casi había pasado medio año de esa devastadora batalla donde se habían perdido tantas vidas, pero la villa oculta de la hoja ya casi estaba como antes; tanto shinobis como aldeanos habían trabajado duro para conseguirlo.

Por fin podían volver a su rutina, aunque ya nada sería igual. La muerte en esa dolorosa guerra se había cobrado demasiadas vidas y cada uno tenía que seguir adelante a pesar del dolor de sus cicatrices; sobretodo los vivos.

Por ello se hizo una ceremonia en honor a todos los caídos, ayudando a aliviar un poco el dolor de los que se quedaron. Pero en ese entonces todo era demasiado reciente por lo que durante los primeros meses Konoha estuvo sumida en el duelo; cosa que fue mejorando con el pasar de los días.

Las personas preferían mantenerse ocupadas en otras cosas por lo que los trabajos de construcción avanzaron de manera desmesurada. Los shinobis también cumplían cada una de sus tareas intentando no pesar demasiado en lo que habían perdido en la guerra.

Tal vez para algunos había costado más que para otros, pero poco a poco aquellas dolorosas heridas comenzaban a ser más tolerables.

Así todo empezó a volver a normalidad, a pesar del dolor que aún soportaban. Pero debían estar agradecidos por esos días de paz que ahora disfrutaban y todo se lo debían a su gran héroe, Uzumaki Naruto, el jinchuriki del Kyubi. Aquel niño que en su pasado fue odiado y despreciado, pero después de todo lo que había hecho había acabado ganándose el respeto y admiración de todos los habitantes de Konoha e incluso de otras aldeas; convirtiéndose en uno de los ninjas más poderosos, a quien debían la paz de la que disfrutaban. Él, con su perseverancia y valentía había hecho posible lo imposible, él había sido ese pilar fundamental para conseguir la victoria.

En las afueras de Konoha una chica de azulado cabello y hermosos orbes perlas golpeaba el tronco de un árbol utilizando el mínimo chakra posible, pero consiguiendo grietas en la corteza de este. Durante un tiempo más siguió con este proceso, hasta que sintió como el árbol de rompía, dejando un gran hueco en el tronco.

—Creo que por hoy ya está bien—dijo cansada para secarse el sudor y beber un poco de agua de su cantimplora.

Desde hace cinco meses que iba allí a entrenar por su cuenta. Su hermana le había entregado unos pergaminos con explicaciones sobre distintas técnicas que habían pertenecido a Neji. Primero no había querido ni tocarlos, pero cuando Hanabi le mostró a quien iban dirigidos no pudo más que agradecer. Su nombre estaba escrito en cada uno de ellos, los había hecho para ella, casi como si hubiera sabido que no iba a regresar.

Después de la guerra estaba lo menos que podía en la residencia Hyuga, cada sitio de ese lugar le recordaba demasiado a su querido primo y no podía evitar que la culpa y el dolor la embargara. Casi había pasado medio año, pero ella todavía lo notaba tan reciente. Podía ser menos doloroso que al principio, pero todavía estaba allí, latente. Sabía que con el tiempo se haría más tolerables, pero a veces no podía evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas y su corazón se estrujara al recordarlo.

Todos la apoyaron en el entierro de Neji, incluso Lee y Tenten, a pesar de que estarían tan destrozados como ella. Por eso había decido no volver a llorar frente a alguien, no quería que los demás sintieran lástima por ella, ya no quería que la siguieran tratando como alguien débil.

Juntó sus cosas dirigiéndose al sitio que cada día visitaba sin falta.

Al poco tiempo llegó al cementerio, caminaba con tranquilidad entre las tumbas con un ramo de girasoles en sus manos. Había hecho tantas veces aquel recorrido que lo podía hacer con los ojos cerrados, recordaba como las primeras semanas iba más de una vez al día, intentado probar que el nombre que estaba escrito no era el de Neji; pero todavía seguía allí, por más que no quisiera verlo.

Del futuro al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora