Creo que desde que tengo memoria, las personas me han hecho más mal que bien.
Simplemente se cae la balanza.
He conocido buenas personas, he conocido malas personas y personas que cambian a ser lo contrario.
Pero la balanza simplemente siempre se cae.
Sin importar lo excepcionales que sean las personas buenas que he conocido.
Me he topado con demonios de carne y hueso. Con ladrones sin disfraz, con estafantes sin trucos de verdad, me he topado con asesinos sin verdaderas armas con que atacar.
Me he topado con la peor escoria de lo que te puedes imaginar.
¿Serán realmente mis malas decisiones?
¿Mi falta de juicio?
¿Mi verdadero y autodestructivo yo que le gusta hacer amigos?
Supongo que si.
Hay otro yo, el que conoció a las personas excepcionales.
Se quedó con algunas.
Le fallaron otras.
Aprendió de todas.
Pero sigo poniéndolo en la balanza y simplemente se cae.
Creo que por eso aveces me rompo tanto y me amargo tanto.
Porque encuentro momentos de melancolía en la felicidad máxima. Y porque estoy vacía y no puedo encontrar donde.
Se que viene desde mis raíces, no terribles pero si secas, ácidas, frías.
Pero hay algo más que hace que se caiga.
Supongo que es la verdad, es que bien no es la ausencia de mal, es totalmente al revés.
