𝗣𝗿𝗼́𝗹𝗼𝗴𝗼

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Los últimos años de secundaria eran absorbentes y estresantes para la pequeña joven de tan solo 13 años, su pasión por la biología humana y las causas del trabajo físico en el estado físico y mental consumían su tiempo, esto venía acompañado de tr...

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Los últimos años de secundaria eran absorbentes y estresantes para la pequeña joven de tan solo 13 años, su pasión por la biología humana y las causas del trabajo físico en el estado físico y mental consumían su tiempo, esto venía acompañado de trabajo en el club de su escuela, por lo tanto cada vez era más difícil.

Venían las finales de un gran torneo y ella como ayudante del entrenador le había tocado escoger a los jugadores titulares.

Estrés. Eso era lo único que sentía todo su cuerpo, pasó la siguiente semana analizando el cuerpo y las habilidades de cada joven disponible en el club, así de a poco fui llenando la planilla de jugadoras.

El entrenador jefe había felicitado a la joven por tan buen análisis, ella se sentía feliz al saber que sus teorías eran tan bien recibidas por alguien a quien admira; ahora ambos tendrán el trabajo de ver el juego de los demás equipos para ver la formación.

Lamentablemente no todas estaban feliz con aquella planilla, y se lo harían saber de alguna u otra forma.

Los años pasaron y de a poco la chica fue alejándose del voleibol. Durante estos dos años ella no se había enterado nada de los jugadores actuales de Japón ni del país campeón de Asia o Europa, eso a ella la mantenía calmada; cada cosa de voleibol le recordaba ese día.

Ya con 15 años a los pocos días de cumplir los 16 le tocaba ingresar a la escuela. Pasó meses analizando escuelas a las cuales ir, pero al no poder decidirse simplemente su madre eligió.

La preparatoria Karasuno había sido la escuela que formó a su madre, y la verdad, la joven sentía ansias de saber como era aquella mujer a su edad.

Justo el día anterior al comienzo de clases a su madre le tocó dia libre, por lo cual ambas a la tarde después de almorzar fueron a comprar algunas cosas que faltaban.

Nuestra protagonista de ojos miel notaba rara a su madre, no estaba tan atenta y se notaba desconfiada, algo muy extraño en una mujer de negocios como lo era ella.

— Madre — llamó su atención— si me permite saber, ¿ocurrió algo malo?—

La mujer claramente más alta bajó su mirada hacia los ojos de su hija, para luego dar una tranquilizante sonrisa; bueno, tan tranquilizante como podía.

— Si hija, te cuento en casa— la mujer sin más abandonó el pasillo dirigiéndose a pagar las compras.

El camino en el auto fue incómodo, la joven castaña no sabia que hacer con su madre en ese estado, sentía demasiada curiosidad por saber que era lo que quería decirle.

Al llegar la madre le pidió calmada que se sentara en el sillón.

— Hija...— hizo una pausa organizando sus ideas— ¿recuerdas al profesor takeda?—.

La chica asintió perpleja, hace tanto que no escuchaba el nombre de su profesor favorito, aunque aún seguía con aquellos nervios por saber el porqué su madre habla de él.

— El está trabajando en la escuela a la que asistirás — la chica cambió su rostro de un momento a otro, iba a celebrar hasta que su madre la detuvo.

— Y me pidió un favor — calló a la vez que apretaba sus labios con fuerza— Quiere que te unas al club de voleibol como manager, pero serías quien administra las posiciones, tu sabes, lo que hacías antes del...acontecimiento—.

La mirada de la joven se oscureció, su cuerpo ansioso se volvió frío y duro, no sabia como reaccionar. Su madre había soltado un balde de agua fría sobre ella y no sabía como reaccionar.

— No, no quiero— su tono seco y notablemente molesto hizo exaltar a la más grande.

— Hija piénsalo, es una gran oportunidad de que sigas adelante— la mujer sonrió y se acercó al asiento donde estaba su querida pequeña.

— Ya sabes como va a terminar todo, no quiero volver a pasar por lo que pasé esa vez— la chica se levantó y se alejó de la adulta, la cual no se iba a rendir así de fácil.

— Es un equipo de hombres, es distinto, y lo sabes — la ojimiel apretó los puños y se giró hacia su madre con ligeras lágrimas en sus ojos.

— Si, lo sé, por eso no quiero volver— sus palabras se entrecortaron y no pudo evitar alzar la voz — ¡Tu sabes lo que pasará si vuelvo! ¡No quiero volver a pasar lo mismo que con ese club!—.

Lagrimas desbordaban de las mejillas rojizas de la pelicastaña, ella quería olvidarse de eso, pero sentía que no podía, su mente no se lo permitía, y su cuerpo menos lo iba a poder hacer.

— Iré a dormir, yo me despierto sola en la mañana — al ver la poca preocupación se su madre ante las gotas que caían de su rostro mejor quiso abandonar, después de todo, tenía escuela mañana.

Moka hace años era una chica increíble que ayudaba a los equipos a llegar a la cima. Le encantaba escuchar los agradecimientos de sus compañeras al poder ganar un partido con la formación que les dió.

Pero siempre tuvo un sueño, conocer aquella persona que sea tan increíble que la deje temblando de la emoción, aquella persona que ella llevaría a la cima.

Tener el privilegio de entrenar a alguien increíble, ella siempre lo quiso, demostrarle al mundo que es el mejor, el mejor jugador de voleibol de la historia.

Pero para ella, eso se quedaria solo como un sueño.

Pero para ella, eso se quedaria solo como un sueño

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⏰ Última actualización: Dec 15, 2023 ⏰

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