💎UNO💎

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Un estruendo provocó que el rubio que se relajaba tranquilamente sobre uno de los sillones se pusiera alerta

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Un estruendo provocó que el rubio que se relajaba tranquilamente sobre uno de los sillones se pusiera alerta. Apagó con cuidado la luz de la habitación donde estaba y apretó su fiel arma dispuesto a matar al intruso.

Se levantó pendiente de no hacer cualquier ruido que lo delatara. Entre las penumbras apuntó a la sombra que se acercaba por el pasillo.

Quitó el seguro de está cuando noto como esa sombra también traía su arma en alto.

Para cuando la luz se encendió un disparo resonó en la habitación.

- Gato estúpido. - Bramo cuando vio como el pelirrosa esquivó la bala por inercia.

- Pero-.... - Jimin pasó su mano por el cabello tirándolo hacia atrás. - No seas así conmigo satang. - Le mostró una sonrisa socarrona mientras dejaba su bolso sobre el sofá. - Menos luego del día tan exhaustivo que tuve en el trabajo. - Se relamió los labio y se acercó al rubio quien dejaba su arma a un lado.

- Ya te dije que dejaras de llamarme así. - Murmuro cuando la nariz del pelirrosa se centró en su cuello olisqueando su colonia para luego dar una lamida.

- Umm...dices tantas cosas que ya no presto atención. - Su voz era melosa y jugaba con su entonación a la vez que sus caderas comenzaban un vaivén propias de alguna danza que solo existía en su mente.

- Gato...

- Hyung no sea tan rudo. - Llamó su atención tirando de sus rubios mechones hacia atrás dándole un permiso que sólo a él le concedía.

- Puedo ser aún más rudo. - Con voz gutural bajó sus manos paseándolas por el ajustado corcet hasta dejarlas relajar sobre el pomposo trasero.

Una carcajada se escuchó en la habitación cuando lo alzó por los muslos haciéndolos caer en el sillón. Las gruesas piernas del ladrón se enrollaron con firmeza apretando la cintura del estafador.

- Agust... - Gimió cuando el contrario mordió su cuello dejando nuevas marcas sobre las que ya comenzaban a desvanecerse.

Sus cuerpos colisionaban juntos, sus respiraciones subían apresuradas en una carrera y sus manos no iban a privarse de deshacerse de cualquier obstáculo de tela que encontraran de la piel caliente y tersa del otro.

Mordidas, chupetones, rasguños y maldiciones. Ellos no tenían tiempo para ir lento y ser acaramelados con palabras tiernas, ellos convivían con la muerta como aliada al borde de un vacío por lo que solamente estaban cubriendo necesidades básicas.

Entre movimiento toscos y gemidos desesperados alguno de los dos arrojó la bolsa de joyas al suelo entre el océano de prendas dispersas.

Con el sillón libre sólo para ellos ambos se fundieron en el otro, disfrutando embriagados en placer, gotas brillantes y delicadas jugueteaban rondando por sus complexiones y los labios de ambos atacaban deseosos saboreando, marcando, lamiendo cada parte del otro.

Rehabilitación de Rosas •|YM|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora