NO QUIERO QUE ESTO TERMINE
-Fiorella corre, corre.
Los gritos no cesan, detrás de mí escucho las pisadas de mis amigas. Ya no tengo fuerza, ya no quiero correr, pero tampoco quiero detenerme, eso para nada es una opción.
Giro a la izquierda por donde sé que queda el camino a nuestra calle, a lo lejos puedo ver como mi madre desesperada se toma los cabellos, mientras discute con Lucia la madre de Meredith, sé que es por nosotras, siempre es por nosotras.
Justo cuando entramos al callejón notan nuestra presencia, y corren a nuestro encuentro. Pero ya no estamos corriendo. El mundo se detiene, siento mi cuerpo pesado y sudoroso, busco a mis amigas pero ya no están, busco a mi madre pero ella tampoco está. Estoy sola, frente a mi casa y todo se ve tan triste y apagado.
Quiero entrar y meterme bajo mis sabanas sé que me protegerán de los mounstros, pero mi cuerpo no se mueve. Las lágrimas empiezan a bañar mi rostro mientras contemplo mis manos llenas de sangre. Sé que no es mía, porque no me duele nada. Y entonces la veo.
Ahí está, mi mejor amiga bañada en sangre, está de pie frente a mí, quiero correr, quiero esconderme pero no puedo. No puedo ayudarla, no pude ayudarla.
Despierto de un sobre salto y como acto reflejo me veo las manos, pero no hay nada. Siento mojado el rostro así que me paso las manos para secar los restos de sudor y lágrimas que derrame mientras dormía.
No entiendo a que vienen esas horribles pesadillas, siempre es lo mismo, sangre y más sangre. No recuerdo haber vivido un momento tan terrorífico en mi vida. Al principio creía que se debía a las películas que veía a escondidas de mi madre que claramente no eran aptas para menores, pero ahí estaba yo, escondida viendo esas escenas tan sangrientas, que a pesar de eso, no me provocaban más que curiosidad.
Pero las pesadillas no eran por eso, porque las películas las veía siempre, pero las pesadillas solo llegaban en una fecha específica.
Conforme los años pasaron, deje de prestarles importancia, mamá me llevo a tantos médicos para saber porque solo tenía pesadillas un mes al año, pero nadie supo darle una respuesta, los medicamentos no funcionaban y menos para una niña tan pequeña. Hubo un día en el que preferí dejar de contarle lo que pasaba y guardarme el miedo que me provocaban las pesadillas. Y así aprendí a vivir con ellas, al fin de cuentas solo son treinta y tres días.
Por la mañana me aseguro de taparme lo mejor que puedo las bolsas negras que adornan mis ojos, hasta que no llegue el verano mi piel parecera la de un muerto, tan pálida como un papel, por eso sé que mamá las notara, pero alegare que me he quedado estudiando hasta tarde, para encubrir mi claro desvelo.
La imagen en el espejo me complace, una sonrisa y ya está. Al llegar a la cocina veo que el desayuno ya está listo en la encimera, pero mamá no está por ningún lado, le restó importancia y decido empezar a comer, no quiero que me agarren las prisas.
Me quedo tan metida en mis pensamientos que no me doy cuenta que ha entrado a la cocina hasta que me pasa la mano frente al rostro para que le preste atención.
-Alguien no durmió bien, he-.
-Me he quedado estudiando hasta tarde-, miento.
-Mi niña tan estudiosa-, dice besando mi coronilla. –Estoy orgullosa de ti cielo-, murmura con alegría.
A lo que yo solamente, le agradezco con una sonrisa que esta vez sí es sincera.
-Y Rosita-, pregunto al no verla por ningún lado.
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Fiorella
Science FictionNos hemos mudado de país dejando un todo un pasado átras. ¿Sera capaz el destino de devolvernos aquello que una vez dimos por perdido? ¿Sera tan injusto el destino que nos dara felicidad pero a cambio de eso nos arrancara el alma? ¿Podremos luchar c...