Lo efímero de un momento siempre se hace eterno en la memoria.
Aquella madrugada que nunca terminó.
Sentado en una mecedora leyendo un libro en su típica pose de académico, con el mismo abano destruido por el tiempo de hace más de 30 años, leía sin darse cuenta, su mirada se posaba sobre cada letra, su cuerpo estaba petrificado mientras de sus ojos caían lagrimas, y su alma volaba en los recuerdos. Aquella escena se repetía a diario, la maldición de estar enamorado, enamorado de un alma muerta, un recuerdo vacío del que no tenía memoria. Se sentaba a mirar el mismo libro de Borges, leyendo poemas que nunca terminó, hablando con el desierto de su soledad, así se le pasaba la vida.
Con el viento en popa entrando por la ventana como un barco navegaba el mar del horizonte. Levantó la mirada hasta el inmenso azul que se perdía a lo lejano, en la oscuridad del destino que con nuestros sentidos no podemos entender.
Fue un momento efímero. Hace algunos años atrás caminaba por la playa, de la mano de la chica más hermosa que nunca jamás había conocido, ella saltaba sobre la arena, corría por la orilla del mar y lo abligaba sin querer a apreciarla en libertad, como un riesgo de perderla pero teniendo su amor eterno. Aquel cabello ondulado y oscuro jugueteaba junto al viento, y su mirada adornada por hermosos ojos del color de la arena del desierto, iban y venían para no tropezar con nada mas que no fueses los ojos de ese hombre, que lindas miradas que se posabas por segundos una sobre otra y mostraban el secreto del universo. Ni que decir de sus labios tiernos como las rosas regadas por la lluvia fresca del amanecer. Ni la mona Lisa, ni los poemas de Bécquer lograrían resumir la belleza de aquella joven, no solo el exterior, esa imagen que el tiempo destrazara y no hará de ella mas que una fotografía olvidada. Era mas que eso, un alma pura, tan refrescante como el oasis que salvo la vida del principe Diamante y su corcel, obra del creador diseñada...
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Historias Entrelazadas - Geraldine
RomanceCortos relatos de como nos enamoramos por breves instantes de personas desconocidas. Quizás no sea amor. Obviamente no lo es, pero es parecido y así lo llamaremos. Aquel susurro del viento diciendote al oído que esa es la persona de tu vida, engaña...