¿Deberíamos

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Todo era un gran vacío.

El silencio se llenó de ruido, la felicidad perdió su brillo hasta convertirse en la nada misma. El pasado se transformó en dolor y el futuro en temor. La culpa y la desesperación se apoderaban de su mente cada vez que intentaba alzar la cabeza para seguir hacia delante. Caminar con la silenciosa compañía de la soledad era de las cosas más difíciles que jamás había hecho. A cada minuto las cosas perdían más sentido. La persona que más amabra se había llevado su vida con ella, y JooHeon tenía en claro que nunca más volvería. Levantarse se volvió una tortura y el día a día en la monotonía más insoportable. La necesitaba, siempre la necesitó, pero solo cuando la perdió pudo entenderlo.

Un suspiro salió de sus labios tan pronto como sus ojos se abrieron. La cama se sentía helada, enorme cuando él solo intentaba llenarla. No importaba lo que hiciera, cuanto se esmerara en distraerse, el frío siempre le obligaba a volver a lo más profundo de su corazón. Aunque los últimos rayos de sol iluminaran cada rincón la ciudad, su cuarto estaba sumido en una densa oscuridad. Encontró refugio en ella, hacía que la soledad se perdiera en la negrura. Sabía que pronto la noche llegaría, mas poco importaba. Dormir era lo único que lograba sacarlo de aquel mundo vacío, llevándolo en un mar de recuerdos que deseaba que alguna vez volviera a hacerse realidad. Sin embargo, por más que se rogara por traerlos de vuelta, solo permanecerían en su memoria y la realidad seguiría allí, obligándole a continuar.

Sin ánimos, JooHeon se forzó a salir de la cama. El ruido de la calle le resultó ensordecedor en cuanto salió de la habitación. El caos en su departamento no le produjo ni un mínimo de interés. Platos sin lavar, ropa sin guardar, su vida sin un sentido. Por unos segundos se quedó inmóvil frente a la puerta de la entrada, su mente quedó en blanco por primera vez en días. Sin oponerse, se dejó llevar por su cuerpo y salió del departamento.

Sus pies se arrastraban por las calles, sus ojos se perdían en las vidrieras a su alrededor. Sentía como si hubieran pasado años desde la última vez que había caminado por allí, cuando la realidad era que apenas unas semanas atrás las recorría a diario. Las casas seguían iguales al igual que los productos en los escaparates de las tiendas. Sin embargo, todas esas cosas le parecían casi irreconocibles. De pronto, sus ojos se centraron en el final de la calle, en el bar que conocía a la perfección, y un repentino brillo en sus ojos apareció. Jamás podría olvidar aquel lugar donde se conocieron por error.

La emoción le hizo acelerar el paso. Una pequeña esperanza de que allí estuviera, de que las últimas semanas no fueran más que un sueño, le hizo creer que todo estaría bien. En su cabeza podía imaginársela allí, detrás del mostrador como era de costumbre, con aquella hermosa sonrisa que le había enamorado desde el primer día. Por unos segundos escuchó su dulce voz en sus oídos. Ella iba a estar allí, le tomaría de la mano para luego abrazarle como tanta falta le hacía, estaría allí para hacerle feliz de nuevo. Sus nervios aumentaron, JooHeon estaba convencido de que la vería de nuevo y no dudó un momento en correr hasta el lugar. Al abrir la puerta, el aroma a café le recibió como un viejo amigo, haciéndole sentir en paz. Sin embargo, al mirar a la barra y no verla allí, su corazón volvió a partirse. Con la mirada, la buscó hasta el cansancio por el local. "Quizás está en la cocina, o en el baño, o atendiendo a alguna mesa..." intentó convencerse de que ella estaba allí, aún cuando en el fondo sabía que era mentira. La verdad le golpeó hasta dejarlo tirado en el suelo, y JooHeon ya no tenía fuerzas para levantarse. El dolor le tenía cegado, pero prefería vivir una hermosa fantasía antes de enfrentarse a una realidad donde ella no estaría a su lado.

Dejó el lugar cabizbajo para empezar a andar sin rumbo. Con el tiempo dejó de escuchar el ruido de los autos a su lado, dejó de sentir cualquier cosa que no fuera el dolor en su pecho. Se sorprendió cuando, al alzar la vista, las tranquilas olas le dieron la bienvenida. La playa estaba desierta, el sol teñía el cielo de un color rojizo. Sin saber por qué, caminó por la arena hasta llegar a la orilla. La espuma del mar le acarició los zapatos cuando se sentó allí mismo, fijando su vista en las aguas que frente a él parecían alejarse para después volver.

Su mente se perdió nuevamente en la infinidad de lamentos que le mantenían preso. Tantas cosas que no fue capaz de decir por su cobardía. Sabía que de nada hubiera servido, pero estaba seguro que de haberlo hecho, su carga sería mucho más liviana, más llevadera. No quería dejarla ir, no quería olvidarla. El miedo volvió a atacarle al darse cuenta de que tarde o temprano debería avanzar, dejarla atrás. Una lágrima rodó por su mejilla sin siquiera notarlo. Temía que la última página del hermoso cuento que ambos habían creado se terminase tan rápido. Lo único que deseaba era tenerla de nuevo en sus brazos, y el saber que eso jamás dejaría de ser un simple deseo le destruyó por dentro.

El llanto le apretó la garganta, no tenía sentido oponerse cuando el dolor le consumía poco a poco. Llevó las piernas a su pecho y se abrazó cuanto pudo, queriendo protegerse, huir de todo lo que le atormentaba. Al cerrar los ojos, logró verle de nuevo, haciendo que el sol fuera el testigo de sus sollozos. No quería dejarla, no quería seguir.

No supo cuánto tiempo había estado allí, pero cuando levantó la cabeza pudo notar que no estaba solo. Sentado a su lado, un chico mantenía la vista fija en el mar. Jugaba con la arena a su alrededor, no parecía siquiera notar que él estaba allí. La leve brisa acariciaba sus amplias ropas blancas y su cabello marrón. JooHeon suponía que debía sentirse asustado, o al menos extrañado, pero al verle cerrar los ojos para disfrutar del viento sutil en su rostro, solo sintió tranquilidad. De pronto, el chico volteó para mirarle de frente, y unos ojos negros se encontraron con los suyos. No pudo apartar la mirada en ningún momento, ni siquiera cuando el chico habló.

- Hola JooHeon.

Your Ocean // JooKyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora