Abandono. |Kagehina|

Capítulo Cuatro: Familia.

Era el día del gran juego, casi ocho meses habían pasado y él había sido aceptado como el armador principal en el equipo de los Schweiden Adlers.

¿Por qué el gran juego?

Ese día enfrentaría a Hinata por primera vez y lo vería desde que le entregó la bufanda, había pensado que Hinata se había rendido el primer mes pero resultó que no fué así, Hinata diariamente le mandaba casi mil mensajes preguntándole cosas como, "¿Cómo están hoy?" "¿Cenaron ya?" "¿Necesitan algo?"

Estaba muy pendiente de ellos, si Shoto necesitaba algo o si querían ir a algún lugar para pasar el día juntos, obviamente Kageyama no se había creído todo ese cuento los primeros dos meses y se tomaba su tiempo, respondiéndole que ellos estaban de salida u ocupados.

Hinata aún así se mantuvo en contacto con ellos, quizá ya era hora de hablarle a Shoto sobre su padre, bueno... Shoto sabía que tenía otro padre y que éste lo amaba. Pero, jamás pensó que querría verlo, nunca preguntó por ello.

Secó su rostro con la toalla que Hoshiumi le había dado, estaban en sus camerinos y la verdad, sentía muchos nervios, salió del camerino para ir al baño, sus manos metidas en sus bolsillos de la chaqueta del equipo y su mirada fija en el suelo, hasta que escuchó esa voz, esa voz; que tanto había adorado; cantando una ridícula canción.

— Baño, baño, hora de ir al baño. —No pudo evitar reír suavemente.

— No me digas que todavía vas al baño por culpa de los nervios. —Hinata detuvo su andar en cuanto lo escuchó y se giró rápidamente. Sus manos aferrándose a su propia chaqueta.

— Ka... Kageyama, no. Claro que no. —Habló tratando de dejar los nervios de lado, estaba agradecido de alguna forma de ver a Kageyama frente a él.

— Me parece bien, hay que jugar dando todo de nosotros. Te vencere, Shoyo. —Una sonrisa competitiva estaba en el rostro de Kageyama, mientras que Hinata no dudaba en imitarlo.

— Ya veremos, Rey. —Ambos soltaron una risa, Kageyama acercándose al de baja estatura para arreglar su cabello, el cual parecía tener vida propia. — ¿Vendrá él?

— Así es, pero no esperes que te apoye, Shoto viene a apoyarme a mí.

— Hm... Me da igual a quién apoya, Kageyama. Yo solo quiero verlo... —Cierto, en todo ese tiempo no había podido ver a su hijo en persona, solo fotos que mandaba de vez en cuando Kageyama.

— Lamento no haberme dado el tiempo de presentarlos, no pensé que tú realmente quisieras volver a nuestras vidas. —Susurró el más alto con algo de culpa en su voz.

— Lo sé, lo entiendo. Pero no me iré, ustedes me hacen feliz, son todo lo que quiero. —Respondió con decisión, Hinata viéndolo con esa mirada centrada.

Ambos se miraron fijamente, sus rostros tan cercas y las manos de cada uno viajando de manera tímida a sus cuerpos, los brazos de Hinata pasando por el cuello del más alto, mientras que éste último rodeaba la cintura del otro para acercarlo a su cuerpo. Ambos cerrando los ojos mientras sentían sus alientos cada vez más cerca.

El primer beso después de tanto tiempo y fué increíble cómo aún sin que sus labios se tocaran, ambos sintieran su cuerpo estallar en emociones. Tan cerca... Tan cerca.

— ¿Qué están haciendo? —Preguntó una voz chillona, casi imitando esa chica que salía en unas caricaturas que veía su hijo, Kageyama no evitó gruñir mientras subía la cabeza para ver al dueño de esa voz tan irritable.

— Tenías que ser tú, teñido. —Atsumu hizo una sonrisa falsa mientras se acercaba a ellos y abrazaba a Tobio dejando a Hinata en medio quién sólo reía.