Capítulo 3:

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Nunca se había reído tanto en su vida, cuando Giyuu le conto de sus aventuras y hazañas en Paris y sus modelos francesas, omegas tanto mujeres como hombres , hembras beta de una pierna o como la mujer grande en aquel bar, con todas sus joyas y su ropa comida por polillas, buscando su amor perdido, era grato tener una conversación donde no se creyeran los amos del universo y solo hablaron de sus riquezas y adquisiciones, era aburrido y poco afable.

La estruendosa risa de Giyuu, provoco inevitablemente la risa de Tanjiro solo que era más recatada y disimulada.

— Te lo juro eh estado en Monterrey México, de ahí me traslade a los ángeles y comencé hacer retratos por 10 centavos — comento como si no fuera nada el alfa.

— ¿Cómo no puedo ser como tú, Giyuu? Simplemente déjame llevar por la vida, hasta donde los límites no puedan alcanzarme —dijo emocionado al escuchar las historias bien intencionadas del alfa.

— Se que si podrás, es más, te prometo que te llevare algún día —afirmo Giyuu.

Tanjiro lo miro con ilusión — ¿De verdad? —

— Es una promesa, te llevare a montar a cabello por toda la playa, nos subiremos a la montaña rusa tantas veces hasta que vomitemos eh iremos a ese puente — Tanjiro dio saltitos de lo emocionado que se sentía por las palabras del alfa, como un niño pequeño en espera de su dulce favoritito, ya estaba deseando que sucediera.

El sol despuntaba en naranja para ese entonces, Tanjiro no podía creer que se le hubiera ido el día con ese alfa, que lo hubiera disfrutado y no lo allá sentido en lo más mínimo, era bastante agradable él hombre.

— Solo hay que esperar que tu estirada madre no se entrometa con sus asuntos de etiqueta, vamos a divertirnos, sin querer ofender por supuesto — Giyuu rio entre dientes, Tanjiro trato desesperadamente que el alfa no terminara esa frase, el sutil jaloneo en la manda de Giyuu debió decirle algo, pero reaccionó demasiado tarde, la madre del omega estaba a sus espaldas, escoltada por otras más damas de sociedad.

— Madre — Tanjiro trago, el comentario de Giyuu habia sido impertinente en muchos sentidos, pero no por eso menos ciertos.

El omega camino hacia las mujeres, dejando atrás a un casi avergonzado alfa, aunque era casi porque no dudaba de sus palabras, esa mujer era exasperante, por lo que le había contado Tanjiro, era del peor tipo de persona que había en el mundo, manipuladora y solo interesada en su bienestar, en su mayoría betas de alta clase y cuna, incluyendo a Kie.

— Me gustaría presentarles a Giyuu Tomioka —

Todos los demás sentían agrado y curiosidad por el alfa que salvo su vida, pero su madre lo miraba como aun insecto, un peligroso insecto que debía ser aplastado.

— Giyuu, parece que eres el indicado para los momentos difíciles — murmuro con agrado Shinobu, una nueva rica, que no hace mucho se había incorporado en el mundo de alta sociedad, debido a que su alfa Kyojuro era un gran empresario, sabiendo invertir bien y no gastando su dinero en frivolidades, como la mayoría de ellos.

La trompeta que anunciaba la cena se escuchó fuerte y alto a las espaldas de su madre y de las damas.

— Porque insisten en anunciar la cena como carga de caballería — dijo Shinobu con buen humor, era una mujer con sentido del humor y buena persona por lo que Giyuu podía ver.

Tanjiro rio forzadamente, tomando el brazo de su madre en actitud de retiraba forzada.

— ¿Nos vamos a cambiar, madre? — dijo el omega comenzando a arrastrar a Kie, no sin antes dar una última mirada a Giyuu, una mirada y una sonrisa casi de complicidad.

Heridas y polvo de estrellas ⌠GiyuuTan⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora