Eres mío y yo soy tuyo

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El alfa Akashi Seijuro podía ser excelente, perfecto para casi todo en esta vida.


Fue un estudiante sobresaliente, se graduó de la universidad un año antes con honores.


Fue un prodigio en el baloncesto, quizás, si no hubiese sido solo un pasatiempo y lo tomó en serio como los alfas Kagami y Aomine, Seijuro estaría jugando con ellos o contra ellos ahora mismo en una duela de la NBA y sus hijos estarían apoyándolo a él en lugar de a su tío Kagami.


En su lugar, el alfa se enfocó en la empresa de su familia, en donde, por supuesto su desempeño fue nada menos que insuperable. Fue algo obvio, desde pequeño fue educado y criado para tomar el puesto de CEO, entonces, para cuando Seijuro se sentó en el gran asiento, detrás del escritorio, en su oficina, Seijuro no tuvo ningún margen de error.


Todo fue perfecto y el precio de las acciones de su empresa subieron como la espuma.


Además, y mejor que cualquier otra cosa que se mencionara antes, él tiene una familia y un compañero al que ama con locura.


Su esposo, su omega.


Su Kouki.


—¡Mamá, el tío Taiga es tan genial! — Seiki lanzo su cabeza hacia atrás, deteniéndose en el pecho de su madre, mirándolo con una gran sonrisa mientras señalo la gran pantalla plana al frente de la sala, toda la familia se había reunido para ver el partido donde Kagami estaba jugando, mirando los pequeños ojos de su hijo brillar con emoción, tuvo dos tipos de sentimiento, el primero fue como padre, en donde se sintió un poco celoso, pero todavía feliz, el segundo... — ¿Por qué no te casaste con él?


El segundo fue un impulso de asesinato.


Como alfa, se sintió muy molesto con el alfa Kagami Taiga.


(Mientras tanto, Kagami falló un tiro de tres luego de sentir una ola de escalofríos por todo su cuerpo.)


Kousei, Masayuki, Sakura, Yoshimi e Yoshiro, se rieron de ello, Seiki por otro lado inflo sus mejillas con un poco de decepción en su rostro por haber perdido tres valiosos puntos.


—Porqué Kagami no es tan genial con tu papá. — Kouki dibujo pequeños círculos en su palma con sus dedos, Seijuo sonrió, aspirando el dulce aroma de su omega, no podía estar molesto por mucho tiempo.


Su omega y su aroma eran sinónimo de amor y hogar.


—Eso no es lo que sabemos. — Sakura dijo, entrecerrando los ojos al ver a su padre.


—Papá no era tan genial como dice mamá. — Esta vez, la acusación llego por parte de Kousei.


—¡Papá incluso te hizo llorar! — Dijeron a coro los gemelos.


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