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Yo: Oye

Yo: ¿Por qué no os sentais conmigo?

Yo: No quiero comer solo

James: Hemos decidido que volveremos a tener una relación profesional

Yo: ¿Qué? ¿Por qué?

James: A Lars se le escapó que eres gay

James: Por eso todos te miran raro

James: Y no queremos que piensen lo mismo de nosotros

James: Espero que lo entiendas

James: No lo estás entendiendo

Yo: Eres un hijo de puta

Yo: Se suponía que habías cambiado

James: He cambiado

Yo: Entonces te daría igual lo que pensasen todos

Yo: Y no me puedo creer que hayas dejado que lo dijese

Yo: ¡Ni siquiera te molestaste en desmentirlo!

Yo: ¡Te odio!

Yo: ¡Desearía no haberte conocido!

Yo: Por mi puedes estar cinco metros bajo tierra y te juro que me quedo a gusto

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Jason se levanta de la mesa con las lágrimas bajando por sus mejillas, lo único que quería en ese momento era desaparecer. Había confiado en esas tres personas y lo primero que habían hecho era defraudare. Estaba más que claro que no estaba hecho para poder confiar ni tener amigos, ya que todos le daban de lado por una razón u otra.

Antes de salir por las grandes puertas del comedor escolar se gira para observar a James, y justamente se encontraba observándole. Ahora mismo se sentía culpable por las palabras que le había dicho, pero ya no podía haver nada para remediarlo, a parte de que en el fondo sentía que se lo merecía por todo lo que le había causado.

A partir de ahora tendrá que soportar las malas miradas, los golpes y las bromas pesadas de sus compañeros. Porque ser homosexual todavía no está aceptado, todos creen que es una enfermedad o que eres hijo del mismísimo diablo.

Las miradas de todas las personas presentes en el lugar están puestas en él, algo que le empezaba a incomodar a pesar de que las había tenido que soportar a lo largo de todo el día. Dolía mucho no ser aceptado por la sociedad y que por ser o comportarte de una manera tengas que ser así por siempre según el mundo. Aunque ahora que lo pensaba James sí que sería así por un largo tiempo, alguien que manipula a las personas fingiendo ser quien no es y después tirandolas a su suerte y pisoteandolas.

Sale corriendo del comedor hasta su coche, en el aparcamiento del instituto. Cuando se encuentra a dentro grita lo más fuerte que puede mientras las lágrimas siguen saliendo como cataratas. Coloca sus codos en el volante y su rostro entre sus manos, intentando controlar su respiración para después conducir hasta su casa. Le era imposible, quería desahogarse y desaparecer al mismo tiempo, no existir a ser posible.

—¿Por qué a mí?

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