Capítulo 01: Bienvenida a la muerte.

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Una suave ráfaga de viento mecía mi cabello con delicadeza, me sentía sorprendentemente tranquila y decidida, un comportamiento totalmente peculiar dado las circunstancias.

 Respiro profundamente, me permito relajarme una última vez con la brisa del viento, me permito una última vez respirar profundamente. Cuando siento que ya es hora, que ya he alargado demasiado el momento posiciono mi pie encima de la baranda que separaba la acera de las profundidades del río nacional. Gracias a la farola que se encontraba a mi lado logro subirme al completo manteniendo el equilibrio y cuando lo hago, una sensación de vértigo y algo de duda me recorre, ¿estaba realmente haciendo lo correcto o simplemente me estaba dejando llevar por uno de mis tantos impulsos?. Estaba siendo una total egoísta, no estaba pensando en mi madre, en los pocos amigos que me quedaban, en mi familia...y aunque esa sensación de culpabilidad me abrumase hasta el punto de sentir como mi pecho se encogía de dolor, no podía quedarme, no podía fingir como si nada hubiese pasado, como si yo no fuese una persona culpable. 

Desde donde me encontraba podía apreciar las centelleantes luces de las casas, de las farolas... podía observar la ciudad que tantos años me había acogido bajo sus calles, monumentos y recuerdos. Esta ciudad me había visto crecer, me había visto tomar malas decisiones, enamorarme hasta las trancas y ahora, acabar con todo. No quería admitir que esta ciudad posiblemente cambiase totalmente con el amanecer. Alguien encontraría mi cuerpo, desatando con la noticia en todo mi círculo personal una agonizante situación de pérdida, muchas personas se arrepentirían de cosas que nunca me llegaron a decir o de las que me dijeron, porque cuando alguien muere, todo lo que queda de esa persona, tanto bueno como malo, es un detonante de tristeza y dolor.

Siento como lágrimas caen por mis mejillas, posiblemente vaya a cometer la peor decisión de toda mi vida pero no puedo seguir así. No puedo seguir sintiéndome una persona tan miserable, mi corazón no soporta más el dolor y de esta manera no volvería a sentir nada de aquello que no me deja vivir con normalidad. Saco del bolsillo de mi abrigo el medallón que pertenecía a mi madre, rodeo mi cuello con él hasta que este se queda colgado sobre mis clavículas. Estaba segura de que de alguna manera gracias a él siempre llevaría una parte de mi madre conmigo, sea lo que sea que suceda a partir de este momento ella siempre permanecerá en mí. 

Ya estaba lista.


Pitidos aparecen, cuando abro los ojos puedo observar cómo me encontraba en una habitación de hospital, pero el dulce olor a vainilla que inundaba la sala me sorprendió tanto como ver que no era yo la que se encontraba postrada en la camilla. Una chica descansaba en ella, su rostro era blanquecino y bajo sus ojos podía apreciar unas muy pronunciadas ojeras. Su cabeza estaba cubierta por un vivo pañuelo y a su lado, descansaba una mujer mucho más mayor que ella sujetándole de la mano y a pesar de que no era ella la que se encontraba interna en el centro hospitalario su imagen era tan devastadora como la de la joven, tanto su mirada como rostro se encontraba impresionantemente apagado y sin vida. 

-Puedo hacer cualquier cosa, puedo ir al banco a pedir otro préstamo, puedo vender el coche o incluso la casa. Debe de haber alguna solución para esta situación y yo la voy a encontrar, me niego a rendirme ¿me oyes?. Me niego a pensar que todo está acabado, no después de todo lo que has luchado. 

Los ojos de la chica se achinan y de no ser por la mascarilla respiratoria que le cubría gran parte del rostro podría adivinar que estaba sonriendo. La mujer, quien supuse que era la madre de la chica, se levanta y con lágrimas en sus ojos sale de la habitación dejándonos a solas a la chica y a mí aunque en ningún momento ella había notado mi presencia. Ella alcanza con dificultad una pizarra que se encontraba en una mesa junto a la camilla y comienza a escribir en ella; cuando termina la vuelve a dejar donde estaba anteriormente pero la diferencia es que sus alegres ojos se habían humedecido y ya no había ningún rastro de alguna sonrisa. Con lentos movimientos la chica se rehace de la mascarilla, de las vías que tenía en sus brazos y de debajo de su almohada extrae un par de pastillas que se toma sin pensarlo. Una maquina comienza a pitar segundos después y lo siguiente que puedo ver es a varios médicos y enfermeras entrar apresuradamente en la habitación, los alaridos de dolor de su madre se hacen presentes helándome la sangre y poniéndome los pelos de punta. La chica había muerto, pero no era la única, su madre también lo acababa de hacer, por dentro.


Abro los ojos de golpe y me incorporo en la cama donde me encontraba recostada. 

-Hey, tranquila, estás a salvo. 

Giro mi cabeza hacia la persona que me había hablado y aunque en un principio su imagen me desconcertó pude darme cuenta de que se trataba de la misma chica de mi sueño. 

Me ofrece una bonita sonrisa mientras acaricia suavemente mi mano, la cuál la tenía agarrando la suya_ nada te va a pasar aquí, te lo aseguro. 

Después de esas palabras mis ojos no aguantaron más y se volvieron a cerrar inundando todo mi alrededor de oscuridad.

Bueno, aquí está al fin el primer capítulo. No es muy largo pero quería que fuese así, que contuviese una cantidad de información limitada. Espero que os guste mucho y muchisisimas gracias por leer. 


Firewalking. Hijos de la muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora