2.- La profecía de las Moiras.

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El olimpo había sido sellado como protección ante el asesinato de Zeus y el robo del rayo, los de la ciudad de Olimpia habían sido notificados de tales hechos y habían aumentado su seguridad ya que si planeaban atacar al olimpo, ellos serían la primera línea de defensa.

Esa misma noche Atenea junto con otras diosas planearon el funeral del rey de los dioses, mientras que el resto de los dioses mayores se juntaron en el salón del trono, donde realizaron una asamblea para determinar el futuro del olimpo y como anfitriones estaban los hermanos del difunto Zeus.

- ¡Silencio! – dijo Poseidón quien ocupaba el lugar a la derecha del trono de Zeus que en ese momento estaba vacío – vamos a comenzar con esto de una vez.

- El trono de mi padre está vacante, esto es simple – dijo Ares – ¿Quién va a ser el sucesor en el poder? ¿El que lo mato como siempre ha sido?.

- Nosotros aun seguimos aquí, Ares – dijo Hades quien estaba sentado a la izquierda del trono de su hermano muerto – somos los que tienen mayor rango aquí, que no se te olvide.

- Dejaremos el trono en sesión vacante hasta que podamos resolver esto... - dijo Poseidón a lo que Hades quedo sorprendido.

- ¿Resolver qué? – Pregunto Dionisio, un hombre casi mayor pero no tanto y de hermosas facciones con cabello rojizo quien aún no se había enterado por completo de la noticia que acontecía en los cielos pues había bebido algunas copas de vino.

- A Zeus lo asesinaron y Poseidón teme que seamos los siguientes en la lista – Respondió Apolo un chico joven de cabellos rubios como el oro.

- Nosotros no somos los siguientes en la lista... – dijo Hefesto, un chico de 25 años de pelo negro y no grato ante la vista a comparación de los otros dioses, quienes deslumbraban belleza divina, él carecía de esta, era mucho más bajo que los demás de la sala y para su corta edad utilizaba un bastón para moverse –...ustedes si lo son... – amenazo señalando a los dioses mayores, Poseidón y Hades mientras se levantaba de su silla –...nadie quiere asesinar a quienes no tienen poder.

- ¡Y por eso, los que no tienen lo anhelan tanto! – dijo Hades molesto mientras se levantaba de la silla – y que mejor que un hijo bastardo para anhelar el trono de los cielos... – continuo pero esta vez levanto la mano izquierda y extendió su palma hacia abajo lo que hizo sacar unas cadenas de bruma negra que empezaron a recorrer ya aprisionar el cuerpo del muchacho Hefesto.

Las cadenas empezaron a subir rápidamente por las piernas hasta atar completamente los brazos del dios, rodearon su cuello y lo que pareciese en un inicio que eran unas cadenas hechas de humo negro, este empezó a solidificarse en un metal muy firme y resistente.

- Pero que dices, ¿Qué Hefesto pudo... - comenzó a decir Poseidón pero Hades le interrumpió.

- Es el único que es muy bueno en la herrería – dijo Hades mientras aprisionaba las cadenas con los movimientos de las manos – capaz de diseñar un arma para matar a los dioses, además cuando me entere de la muerte de mi hermano, un ser inmortal, fui a ver a la única persona que podría fabricar tan poderosa arma y encontré a Hefesto tratando de huir con un bosquejo de algo muy interesante.

- Yo... no... seria....capaz de matar... a mi.... Padre – dijo Hefesto con dificultad.

- ¡Tráiganlo! – dijo hades a sus sirvientes, seres que parecían muertos a los cuales les escurría lava cuando caminaban.

- Pero que... - empezaron a murmurar todos en la sala mientras los soldados de hades regresaban con unos papiros enrollados los cuales se lo llevaron a Poseidón.

Dioses del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora