Capítulo II- La Fortaleza

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Bueno, yo no creía en el karma, en Dios o dioses o en el destino, de verdad que parecía que alguien me la tenía jurada.

Puede que sea algo tímido e introvertido, pero cuando cojo confianza, soy todo un sol, de verdad que no le deseo el mal a nadie.

Soy muy buena persona, de hecho, de mis amigos yo soy la mejor influencia de nosotros cuatro.

Bueno, ahí estaba yo. En la entrada de nuestra casa, mirando al hombre que alguna vez salió con mi madre, y la intentó violar una noche de invierno.

Suerte que Esther y yo le pillamos a tiempo y entre los dos pudimos echarlo a rastras de la casa desnudo, ni siquiera le devolvimos la ropa.

De la ira que mi hermana y yo teníamos, las quemamos en la chimenea del salón.

Estuvimos horas mirando cómo se quemaban las prendas, hilo por hilo, botón por botón.

Nuestra madre sufrió mucho ya que ella no se esperaba eso, y estuvo durante días sin comer, dormir, o hablar.

Literalmente parecía un zombie mudo.

Y ahí estaba otra vez, después de cinco meses.

Esa persona que demostraba que la humanidad tenía una cara negativa, con un ramo de rosas azules, claveles blancos y orquídeas rosas y amarillas.

Con todo el odio que pude recopilar, le lancé la mejor cara de asco que podía poner mientras rápidamente cerraba la puerta, cuando puso su pie en medio impidiendo que la puerta se cerrara.

¿Cómo pude haber olvidado la velocidad de ese hombre? Hace meses ganarle a una carrera era imposible. Ni Flash o Super Man podrían ganarle.

-¿Está tu madre? -preguntó mirándome calculadoramente para observar cada detalle de algún movimiento que pudiera hacer- Tenemos que hablar.

-No está, y si estuviera, dudo que que quisiera verte siquiera -contesté abriendo de nuevo la puerta impregnando de veneno mis palabras para hacer el mayor daño posible-. Si quieres pedirle disculpas por lo que hiciste, no quiere escucharlas.

-Bueno, no venía a eso -miró por encima de mi hombro más nervioso que antes-. Bueno, sí, pero tengo que hablar con ella de algo importante. Déjame pasar, Newt.

-No.

Disfrutaba viendo rogar a ese hombre. Nadie tenía derecho a violar a alguien, y menos un policía.

Entonces, con su mano derecha me agarró el hombro izquierdo y me echó a un lado de la puerta, haciendo que me chocara con el umbral.

Inmediatamente salí corriendo detrás de él con el teléfono en la mano.

-¡Sal de mi casa si no quieres que llame a la verdadera policía a por ti!

Fue inútil.

Siguió el olor a las alegrías que estaban cocinando mi hermana y mi madre y se fue derecho a la cocina.

Cuando llegó, se repeinó su pelo negro lacio de nuevo, como si fuera Severus Snape y entró.

-Naiara, tenemos un problema.

Mi madre dejó de freír las alegrías.

Estaba mirando a Luke en shock. Tanto, que Esther tuvo que dejar de rellenar las bolas de alegrías y salió corriendo hacia la sartén sacando siete alegrías churruscadas, lanzando alguna que otra palabrota mientras miraba a Luke.

Éste también miraba a mi madre fijamente, haciendo que me viera obligado a intervenir.

-¿Qué era lo tan importante que querías comunicarle?

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