Prólogo

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- ¡Papá, Papá! - Dijo la niña llamando a su padre-

- ¿Qué pasó cariño? ¿Estás bien? - Indagó acercándose a la pequeña-

- Papá, ¿Me puedes contar una historia por favor? -Dijo la pequeña con un puchero en sus labios-

- mi pequeña, claro que sí. Pero antes, a ver que tenemos aquí -dijo su padre buscando en sus bolsillos - pero mira dijo enseñándole a la pequeña un collar de color dorado y plateado con forma del sol y la luna-.

- ¿Quiénes son ellos? - Preguntó la pequeña señalando aquel objeto brillante -

- Ellos son la luna y el sol, gobernantes de la luz -dijo señalando aquel objeto que colgaba de su mano-. Ella es el sol, gobernante del día y la luz. Él es la luna, rey de la noche y gobernante de las estrellas ¿Quieres que te cuente la leyenda del sol y la luna? – Preguntó, esperando la respuesta de su pequeña -

- ¡¡Si!! Por favor -dijo la pequeña emocionada-.

- Muy bien pequeña, presta mucha atención -dijo y empezó a girar aquel objeto que colgaba de su mano-

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo Dios vio a la Tierra vacía, oscura y sola. Entonces Dios decidió darle un propósito y ese era el de tener vida que ningún otro planeta pudiera dar.

Dios se percató de la oscuridad en la tierra así que creó la luz, una luz tan inmensa y brillante que alumbraba todo a su alrededor. Esa luz provenía de un ser majestuoso y hermoso, de aquel ser que desprendía una cabellera larga de mechones dorados, unos ojos de color dorado llenos de luz. Ella era el sol, un ser de bondad, amabilidad y luz. Dios al ver su hermosa creación la bautizó con el nombre de Halia (Nombre relacionado con el astro rey, el sol, y que describe a una mujer que brilla con luz propia.)

- Halia, ese será tu nombre, tú serás la encargada de alumbrar y dar calor a los seres vivos, hacer crecer las cosechas y alumbrar a mi creación para que seas admirada por todos. Tu reino será el día y los seres vivos serán felices bajo tu Luz. - Dijo Dios a Halia (Sol)-

Y así fue que Halia se levantaba temprano para poder alumbrar y dar calor a la creación de Dios.

Pero Dios vio que faltaba algo, un momento en el que los animales y los humanos  deberían descansar. Y entonces, así como Dios creó el día lleno de luz y belleza, creó la noche llena de una inmensa oscuridad, pero faltaba la luz, esa luz que alumbraría la noche y así creó un ser lleno de luz que alumbraba todo a su alrededor. De aquel ser desprendía una cabellera mediana con mechas negras, de piel blanca y unos hermosos ojos azules que desprendían un brillo increíble, un ser muy atractivo y majestuoso. Él era la luna, un ser que reflejaba ser frío con su luz, pero lleno de serenidad y amabilidad. Dios al ver su bella creación lo bautizó con el nombre de Lúa (forma gallega de la palabra luna y una forma del verbo "brillar o iluminar").

-Lúa, ese será tu nombre. Te nombraré rey de la noche, alumbrarás a los viajeros y marcarás el ciclo del agua. Inspirarás a las personas y acompañarás a los amantes que querrán otorgarte como luminoso presente. -Dijo Dios-

Al pasar los días Dios vio a Lúa con un semblante triste y deprimido, se dio cuenta que estaba solo, que esa era su tristeza, era su soledad que lo deprimía. y Entonces Dios en su inmensa bondad le regaló las estrellas, pequeños destellos que decoraban el cielo.

- Ustedes mis estrellas serán las encargadas de decorar la noche con su luz y más que todo serán la compañía de su rey, la luna. -Dijo Dios-

Después de todo esto creo doce constelaciones en honor a los signos del zodiaco. Las constelaciones son un grupo de estrellas elegidas que al juntarlas con líneas se volvían la forma representante de cada signo. Los doce signos que son: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.

- Ustedes mis constelaciones serán los reyes de los meses; serán los encargados de crear las personalidades de los hombres que nazcan en su reino y además se encargarán de servir y proteger a su rey  luna y su reina sol. -Dijo Dios-

- Sí, Señor, no le fallaremos - dijo Capricornio-.

- Señor, si sabemos quién es nuestro rey, la luna, pero no sabemos quién es el Sol -dijo Tauro indagando-.

Y entonces Dios señaló a un hermoso ser de cabellera dorada y tez trigueña con un vestido largo de tirantes color amarillento que cubría su cuerpo. Ella descansaba en las nubes después de haber completado su deber como la luz del día.

- Ella es Halia, el sol gobernante del día y mi más preciada creación. -dijo Dios a las constelaciones -

Las constelaciones asombradas por tan inigualable belleza y esa única luz que provenía de la doncella se quedaron sin palabras, después de ese momento prometieron y juraron velar siempre por la luna y el sol.

Las lumbreras de cielo gobernantes de las estaciones, meses y años ya estaban hechas.

Y así fue como Dios había terminado de crear a sus lumbreras en el cuarto día y llegó el séptimo día donde Dios estaba descansando después de haber terminado la creación en la tierra.

Con el tiempo Halia y Lúa empezaron a dominar sus poderes, además de controlar a la esfera de luz que estaba enlazada a ellos. Pero existía un detalle, en el momento en el que Halia o Lúa esten alumbrando en su fase del día el otro deberá quedar dormido instantáneamente cuando su fase termine, siendo así que Halia no conozca la noche ni la luna y que Lúa no conozca el Sol ni el día. Pero un día paso algo mágico, algo imposible, Halia y Lúa se encontraron por primera vez, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí comenzaron a vivir un gran amor. 

Pero el amor puede ser difícil y complicado, incluso imposible pues Halia y Lúa no se podían ver, no podían abrazarse, ni besarse mientras uno estaba despierto el otro dormía siendo así por consecuencia que Halia y Lúa cayeran en la agonía de la tristeza y melancolía.

Dios se dio cuenta de la agonía que vivían Halia y Lúa, entonces Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese del todo imposible, ni siquiera el de la Luna y el del Sol... Fue entonces que Él creó el eclipse.

- Hoy Halia y Lúa viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueron concedidos y que tanto anhelan que sucedan.

- Por eso mi pequeña, cuando mires al cielo, a partir de ahora, y veas que el Sol y la Luna están juntos, es porque ellos se han encontrado otra vez para amarse profundamente. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de eclipse. Pero recuerda que no debes de ver al cielo directamente en ese momento, pues tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.

- Entonces, ¿El eclipse es el símbolo de amor más grande?

- Así es mi pequeña por eso quiero darte este collar de Sol y Luna - Dijo colocando el bello objeto brillante en el pequeño cuello de la niña- para que recuerdes que nada es imposible en este universo y todo puede pasar mientras tú creas en ti. - Dijo con una enorme Sonrisa-

- Gracias Papá.

- Pero cariño prométeme que por nada del mundo te quitaras este collar, era la posesión más preciosa de tu madre y ella me lo dejo confiando en que algún día tú lo obtuvieras.

- Si Papá, Lo prometo...






























































- Si Papá, Lo prometo

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Amor en las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora