❁Two❁

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"Sed de ti me acosa en las noches hambrientas.
Trémula mano roja que hasta su vida se alza.
Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía.
Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas...
Por eso eres la sed y lo que ha de saciarla.
Cómo poder no amarte si he de amarte por eso.
Si ésa es la amarra cómo poder cortarla, cómo.
Cómo si hasta mis huesos tienen sed de tus huesos.
Sed de ti, guirnalda atroz y dulce.
Sed de ti que en las noches me muerde como un perro.
Los ojos tienen sed, para qué están tus ojos.
La boca tiene sed, para qué están tus besos.
El alma está incendiada de estas brasas que te aman.
El cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo.
De sed. Sed infinita.
Sed que busca tu sed.
Y en ella se aniquila como el agua en el fuego".¹

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Esa fue  la primera de muchas notas que Haknyeon había recibido. Una hoja de papel de color crema, doblada a la mitad, cuyo interior contenía hermosos versos escritos con una fina caligrafía impresa en tinta. 

Al principio creyó que podría tratarse de su esposo, pero la idea quedó descartada al instante. Sunwoo no era del tipo romántico que escribía versos y mandaba flores; su forma de querer era silenciosa, una mirada, una pequeña sonrisa cuando creía no ser visto, una bonita acción considerada como prepararle el café cuando llegaba a quedarse dormido. 

Pequeños, pequeños detalles.

Por ello, no solo era desconcertante el hecho de que dichas notas no estuvieran firmadas por quien quiera que las enviara. Sino también el que a ésta persona, un hombre, por la poca información personal que pudo rescatar de los escritos, era consiente de que estaba casado y parecía no importarle en absoluto. 

Quizá no fuera mucho problema, después de todo podía deshacerse de ellas y Sunwoo no tendría por qué enterarse ni malentender la situación. Pero el asunto era un poco más difícil que tirar unas cuantas notas a la basura. Una vez al año, junto a la habitual tarjeta que llegaba a su puerta cada mes, llegaba siempre un ramo de flores, ¿y cómo iba él a despreciar tan hermoso gesto, sobre todo cuando se trataba de sus flores favoritas? El pecho le dolía de solo pensar en tirarlas a la basura.

Hubo que buscar un modo de conservarlas sin levantar sospechas, lo cual no fue muy complicado de hacer en realidad. A él le gustaba la jardinería, después de todo, decir que él mismo las había plantado o que las compró por ahí, no haría mucho daño, ¿verdad? Era una pequeña mentirita piadosa. Ni siquiera estaba interesado en el remitente del obsequio, así que no estaba haciendo nada malo.

Sin embargo, conservó las notas, aunque no había razón para hacerlo.

Así, Haknyeon esperaba con entusiasmo la nota mensual que acercaba cada vez más a la primavera, deseando inhalar el maravilloso perfume de las violetas, y quizá un poco curioso por lo que diría el poema en esa ocasión.

Con Sunwoo no debía preocuparse, el pelinegro no había dicho nada con respecto al hermoso ramo que adornaba el centro de la mesa ni una sola vez. Quizás asumió que las había comprado, como esperaba que hiciera. Eso debió aliviarle, pero la verdad, comenzaba a desesperarle su indiferencia tal vez un poco.

Si tan solo Sunwoo pudiese ser más expresivo, si mostrara un poco de interés, si fuera como...























Algunas veces, cuando leía a escondidas sus poemas, cuando miraba el ramo de preciosas flores, o simplemente cuando no podía dormir, Haknyeon comenzaba a imaginar cómo sería aquel hombre que escribía tan hermosas palabras. Aquel que parecía quererle tanto. En toda su vida, nunca nadie le había dicho cosas tan bonitas, a veces llegaba a pensar que ese hombre no podía ser real, o siquiera alguien de su edad.

Lo que hay escrito en esos pedazos de papel es tan hermoso, tan profundo... solo podría ser escrito por alguien cuya experiencia sea mucho mayor que la suya. Y entonces piensa que debe tratarse de un hombre mayor, alguien definitivamente más maduro y con el pelo quizá un poco cano, con ojos dulces y mirada suave, un rostro amable que le ofrece una sonrisa abierta y radiante, unas manos que le acarician con ternura y  le abrazan cálidamente, unos labios que le dicen mil cosas hermosas como las que contienen sus poemas y que le besan tan abrazadoramente, que el simple pensamiento le estremece.

Él piensa, piensa y piensa, entre todas las personas que conoce... ¿Quién podrá ser su amor secreto?

Piensa en su vecino y lo mucho que parece querer a su esposo, no puede ser él. Definitivamente tampoco Younghoon, el alto ya tenía una rara relación con Chanhee y Changmin. Piensa en su amigo de la infancia, pero Eric era más del tipo que quería ser conquistado en lugar de conquistar. Mil opciones y ninguna a la vez.

¿Por qué no me dices quién eres?, piensa, ¿Por qué te empeñas en permanecer oculto?

Entonces mira a su esposo, dormido a su costado. No puede evitar sentir la culpa llenarle el pecho.

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¹Sed de tí; Pablo Neruda.

Violetas | SunHakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora