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1700

Las pisadas en el camino hacían crujir las hojas, el clima fresco era común en esa época del año, su pequeña mano se aferraba a la suya por temor a perderse, jamás había ido a lo más profundo del bosque sin sus padres.

—¿Mis padres estarán ahí?— le preguntó al desconocido que se cubría con una larga capucha tan negra como la noche.

—Por supuesto Sou, ellos también me dijeron que pronto cumplirás 6 años, perfectos 6 años— un brillo en sus ojos aparecieron fugazmente.

El pequeño sonrió a más no poder, jamás había tenido una fiesta de cumpleaños en el bosque, sin más se dejó guiar por el amable desconocido

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Al llegar, a lo que parecía una cabaña a vieja lo hizo detenerse, algo en él le pedía regresar y sin saber porqué el miedo lo invadió.

—¿Sucede algo lindo Sou?— se agachó a su altura quitándose aquella capucha que cubría su angelical rostro, sus facciones inocentes le indicaron al pequeño que no había que temer. Negó un par de veces para volver a sonreír al igual que el joven adulto.

—Bueno vamos, hay que estar listos, dentro de unos minutos serás un niño grande y especial— su sonrisa alegró aún más al menor quien volvió a avanzar con entusiasmo.

Al ingresar a la morada, miró a su alrededor buscando a su familia.

—¿Papá? ¿Mamá?— sus lindos ojos parecían que derramarían ríos de tristeza.

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La desesperación se había apoderado de aquella noble familia, su pequeño hijo había desaparecido, la madre buscaba con angustia a su pequeño.

—¡Sou! ¡SOU!— sus sirvientes ayudaban en la búsqueda pero parecía que se había esfumado.

—Amatsuki— miró a su esposo quien con una mirada aflijida, solo atinó a abrazarla, tratando de consolarla.

—Lo encontraremos Kurokumo, lo prometo— junto su frente con la de ella esperando cumplir su promesa.

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No sabía lo que estaba pasando, no recordaba como había llegado, su cabeza comenzaba a darle vueltas.

—Señor... ¿Mis padres si vendrán?

—No te esfuerces pequeño— acarició sus cabellos —Pero si, pronto los verás— le sonrió mientras una daga se acercaba al pecho del niño.

—Es... usted...muy amable señor...— le regaló una linda sonrisa al mayor.

—Feliz cumpleaños Sou— y sin dejar de sonreír atravesó su pecho, la cálida sangre empañó el cuerpo del menor quien aun débilmente miraba lo que ocurría, el intenso dolor y la sangre llenando su garganta le impedían gritar por ayuda.

Con sus manos frías arrancó su pequeño y perfecto corazón, miró con desagrado el cuerpo sin vida sus ojos apagados parecían culparlo de su muerte.

—Muchas gracias por este regalo Sou— lamió la sangre tibia que aun escurría del corazón.

Aguardó su nuevo órgano, aún le faltaban otros para tener el hechizo perfecto, pero primero debía deshacerse del cuerpo.

Se acercó y lo miró, enterró su daga una vez más salpicando su cara con algo de sangre y trozos pequeños de carne, podía aprovechar aún algunas partes útiles para otras pociones.

Tarareando una canción manchaba sus manos con la sangre del menor, dando una que otra mordida a algún órgano que le pareciera delicioso.

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Los perros corrían con rabia, los jinetes en sus caballos los seguían en busca del menor deseaban no llegar tarde.

Los caminos parecían ser diferentes pero a la vez parecidos. Era una extraña sensación que recorría a los mayores, pero no eran los únicos que se sentían así, los animales comenzaban a inquietarse y a desobedecer.

Sabían que debían volver.

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La mujer caminaba hacia la habitación del niño, aún no entendía como es que pudo desaparecer en un parpadeo.

Al ingresar en la habitación, dejó salir un grito desgarrador que alertó a todos en la casa, sin poder creer lo que veían, retrocedían con miedo. Amatsuki tomó a su esposa ya que esta se había desmayado ante la escena. Las paredes estaban bañadas de sangre, la cama, antes blanca ahora era de un color rojizo, y en ella descansaba un cuerpo conocido, sólo que su cuerpo presentaba un gran agujero de donde órganos salían de él y cuervos que extrañamente estaban en el lugar, se alimentaban de lo que quedaba del menor, quien en su rostro frío mostraba una retorcida sonrisa.

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Desde lo lejos miraba la escena con una sonrisa, debía buscar a su próxima víctima, su caería comenzaba y el tiempo era su enemigo.

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