Esa noche donde magia, hadas, odio y amor se volvieron uno para luego morir.

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La puerta del departamento sonando lo distrajo de la película, estaba molesto de que alguien interrumpa su primera noche libre en meses. Las clases, los niños, solo silencio y una noche apropiada de sueño. ¿Acaso era demasiado pedir? A cara de perro abrió la puerta, detrás del umbral estaba él. Su cabello era un desastre, su pijama seguía teniendo ridículos estampados, parecía que había corrido hasta ahí con ese clima fuera. Llevaban tiempo sin verse, demasiado para dos personas que pasaron seis años de su vida viéndose a diario.

—¿Qué haces en mi casa tan tarde?

—No sabía dónde correr.

—¿Y por qué estás corriendo?

—Me voy a casar en una semana… ¿por qué corro?

Su mundo se frenó para empujarlo fuera. Oikawa Tooru, la perdona de la que Sugawara había estado enamorado durante más tiempo del que querría admitir, la persona de la que se había hecho amigo en el proceso de seducirlo y la persona que sabía que jamás querría perder, así que dejó sus sentimientos de lado por el tiempo que fuese necesario. Había dado por sentado que siempre estaría en su vida, se conocían en los mejores y peores días, encajaban como piezas de un todo que hacían que su mundo siguiese funcionando. Confío tanto en el destino que ni siquiera se molestó en buscar un novio, porque él Oikawa vendría al final del día, porque es donde decía estar, porque es lo que debía suceder. ¿Cómo podría ser de otra forma?

—¿Por qué no me dijiste? —preguntó.

—No podía hacerlo, no quería escuchar lo que tenías que decir al respecto. ¿Acaso ibas a felicitarme solamente?

—Eso es triste, pensé que era tu mejor amigo. Obviamente querría ser el primero en felicitarte, Tooru.

—¿Te acordás de nuestra primera conversación?

—Las otras vidas, me acuerdo. Me dijiste que esas cosas ya ni te interesaban, ya estábamos grandes para perseguir cosas infantiles. Y ahora estás lo suficientemente grande como para casarte, vaya sorpresa de sábado por la noche.

—Yo elegí que seas mi compañero en ese trabajo, algo dentro de mí quería estar cerca tuyo. Ser tu amigo, poder hablar, ni siquiera podía dejar de mirarte en nuestro primer año. ¿Lo sentiste, no? Esa calidez, el querer tocarte, el poder hablar con tanta naturalidad. Tuviste que haberlo sentido, vamos no puedo ser el único idiota, es como...

—... si nos conociéramos de toda la vida. ¿Por qué hablas de eso ahora? Recuerdo habértelo dicho mío veces y te reías de mi.

—"Prométeme que me buscarás en la otra vida", "Si de verdad quieres estar conmigo se él que me busque".

—Ese es mi sueño, nunca me dejaste contártelo. ¿Cómo es que…?

—Soñé exactamente lo mismo ese día y me asuste, así que no dije nada porque es ridículo. Vamos. Otra vida, el espacio, hadas, todas esas cosas no son reales y la persona que me gusta es solo mi amigo. ¿Por qué seguir creyendo en eso? Un trabajo aburrido, un sueldo mínimo, un casamiento, ese es mi destino.

—Eso es triste. Que hayas dejado de creer.

—¿Eso es lo más importante?

—El chico del que me enamore creía en la magia y deseaba ir al espacio para ver qué hay más allá.

Oikawa me entregó un libro. Un autor que conocía de nombre, jamás había leído algo que él hubiese escrito, pero ese libro en sus manos estaba vivido, leído y vuelto a releer. En la contratapa una dedicación: "para él, el chico que me inspiró a creer en la magia porque en su arte solo eso podía ver, porque a un lado solo eso podía ver, feliz cumpleaños donde quiera que estés, tal vez nos vemos en otra vida". Él le indicó una página, al leerla no pudo contener el asombro en sus ojos. ¿Acaso era real?

"Dicen que es un desperdicio, contar está historia, no querer seguir con la investigación. A estas alturas aprendí a lidiar con el peso de la opinión ajena, tengo el poder y el dinero para escribir nuestra historia. ¿Por qué no hacerlo? ¿Por qué no agradecer a la persona que domo a la bestia que había en mi? Dicen que la magia se acaba, no sabemos de dónde viene pero sí sabemos que se va. Envidio a los que vivieron sin magia, a los que vivieron sin amor, a los que vivieron sin conocerte, a los que sí tuvieron el valor de perseguir lo que querían. Desde la universidad te extraño, nunca pude encontrarte ni te busqué lo suficiente pero quiero que sepas que prometo hacerlo. Me lo pediste ese día, me dijiste que hiciera antes de besarme por última vez. Todavía te extraño, extraño tu voz, extraño que me lees cuentos, extraño que me enseñes lo que no se, extraño tu risa, extraño existir a tu lado. Y quiero que sepas que te voy a buscar, porque algún día vamos a estar juntos, aunque no pienso dejar que me ganas."

—¿La amas? —preguntó.

—Es una buena chica y quiero pasar mi vida con ella.

—Me hace feliz que seas feliz. ¿Crees en otra vidas?

—Vamos a estar juntos en la próxima.

—Solo si me pruebas que en la biblioteca hay un hada, Tooru.

En ese momento lo abrazó, no quería soltarlo. Nunca volvió a recibir un abrazo tan cálido, es como si siempre hubiese deseado ese momento y ahora la magia se escurría de sus dedos.

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