20 Abril 202X. Residencia universitaria.

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Las clases habían terminado y Bakugō no veía la hora de llegar a su departamento para dormir, sus cumpleaños habían perdido significado y prefería pasar ese tiempo con pocos amigos o durmiendo. Él estaba en automático, las clases lo habían vencido y simplemente andaba por el camino a su casa de memoria.

¿Qué iba a hacer esa noche? ¿Alguno de sus amigos propondría algo? ¿Recibiría esa carta que llevaba años recibiendo?

Para su desgracia, al menos la última pregunta, recibiría una respuesta negativa.
Frente a la puerta de su departamento, recargada sobre la pared mirando el celular, descansaba una joven de largos cabellos cobrizos y delicada silueta quien parecía esperar a alguien. Y Katsuki corrió. Sus pies se movieron por sí solos. Cada paso que daba para acercarse a Uraraka su corazón parecía detenerse, sus ojos se cristalizaban y cualquier rastro de desgano se desvanecía. La había extrañado demasiado, extrañaba su voz, sus charlas insignificantes, los mensajes no eran suficientes para saciar sus ansias de Ochako.

Al levantar la vista, la joven pudo notar como el muchacho a quien había venido a ver se acercaba. Una sonrisa se dibujó en los labios de aquella joven adulta, aferrándose a su cuello cuando Bakugō la levantó en un abrazo. Lo había extrañado demasiado, había extrañado el calor de su cuerpo, su euforia desmedida, su sonrisa capaz de borrar cualquier cosa a su alrededor, había extrañado a Katsuki Bakugō. Y tras una infinidad de segundos totalmente necesarios para ambos, se separaron lo suficiente para verse a los ojos, para regalarle una sonrisa al otro.

—Feliz cumpleaños, Kacchan —su voz era más grave, su acento había cambiado, su cuerpo ya no parecía el de una niña, la diferencia de altura entre ambos era más notoria. Y aún así, cuando los labios ajenos se posaron sobre los suyos, cuando la distancia entre ambos se volvió nula, cuando sus corazones por fin danzaron de alegría por aquel tan esperado beso, Bakugō supo que a pesar de los años Uraraka no había cambiado nada.

¡Kacchan!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora