20 de Abril 201X. Jardín infantil estatal.

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Todos los niños comenzaron a correr cuando Bakugō se puso de espaldas para contar, catorce niños riendo y gritando buscaban escondites, esperaban ansiosos ser encontrados por el cumpleañero. Cuando el pequeño dejo de contar, aunque realmente fue esperar lo suficiente para darle tiempo a sus amigos a esconderse ya que se había olvidado que número seguía después del dieciséis.

A los pocos minutos trece habían sido encontrados, sólo una faltaba y Katsuki no pensaba darse por vencido, era demasiado competitivo para rendirse y mientras sus amigos le decían que se rinda, que jamás encontraría a Ochako porque ella se escondía muy bien, él estaba decidido a encontrarla. Cada recoveco del patio delantero fue revisado exhaustivamente por el pequeño, algunos salones también y finalmente, cuando sus compañeros se dieron por vencidos y comenzaron a jugar a otra cosa, él fue a la parte trasera del edificio a seguir con su búsqueda.

Efectivamente, ahí estaba Uraraka, sentada con las piernas cruzadas mientras leía un cuento y llevaba unos snacks despreocupadamente a su boca.

—¡Te encontré, Ura-chan! ¡Soy el ganador! —exclamó el pequeño con una enorme sonrisa en sus labios.

Ochako lo observó unos segundos, le gustaba la sonrisa de ese niño y, por alguna razón, ella también sonrió al verla. Y segundos después, el pequeño hizo una seña para que Bakugō se acercara, él no se negó a eso y termino en cuclillas cerca de ella.

—Feliz cumpleaños, Kacchan —su tono era monótono, pero Bakugō sentía una cierta alegría en este. Tras esas palabras, la más baja inclinó ligeramente su cuerpo sobre el ajeno, dejando suavemente que sus labios se posen entre la mejilla y la comisura ajena, volviéndose está la primera vez que ambos eran completamente consciente del otro, desde aquel gesto de pureza infantil.

¡Kacchan!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora