TWO

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... Abandonó sus alas para amar con los pies en la Tierra.









Gulf no se hubiera creído absolutamente nada de esa carta, y hubiera pensado que era una molesta y estúpida broma de Mew, de no ser porque el castaño desapareció de un momento a otro, dejando todas sus cosas, y al tercer día apareció un tipo vestido en una túnica blanca estilo romana, con unas sandalias con alas que aletearon cuando sus ojos se posaron en estas.

— ¿Tú eres Gulf Kanawut? — Preguntó aquel hombre, tenía el cabello rizado y medio largo, y el humano no podía negar que era muy atractivo, así que se ruborizó y sólo pudo asentir— ¿Conoces a... Mew Suppasit? — leyó el nombre en un papel que cargaba en su mano.

De inmediato Gulf asintió, en sus ojos se notó su preocupación.

— ¿Sabes dónde está? No ha regresado y-

— Y no regresará — lo interrumpió, le extendió el papel que llevaba en las manos—. Es una carta de su parte, la escribió para ti, espero que te sirva de algún consuelo, los humanos siempre son un asco para afrontar las pérdidas.

Gulf frunció el ceño y tomó el papel lentamente mientras aquel hombre terminaba de hablar, haciendo que no entendiera nada.

— ¿Qué? — Preguntó, esperando que aquel tipo aclarara algo de todo aquello, pero en vez de responder aquel hombre tan atractivo desapareció en una nube de humo y brillos frente a él— ¿Qué putas...?

Miró a cada lado pero no había rastro de nada, y se preguntó a sí mismo si no estaba drogado, mientras cerraba la puerta del departamento.

Miró el papel, que resultó en una carta, bastante larga, y estaba sorprendido de que Mew pudiera escribir tanto.

Comenzó a leer la carta y no entendía nada al respecto, le tomó varias lecturas terminar de creerlo, aunque las lágrimas comenzaron a caer por su rostro en la primera, sin poder detenerlas.

Primero eran lágrimas llenas de enojo, pero no pudo ocultar la tristeza de perderlo, de tener su corazón roto, otra vez, pero esta vez estaba completamente solo.

Y es que todos sus corazones rotos los había pasado en compañía de Mew, era él quien lo envolvía en una manta calentita cuando lloraba por otro fracaso, era él quien le preparaba chocolate caliente y le decía palabras lindas y suaves con cada cosa mala que él opinaba de sí mismo.

Cada vez que Gulf decía que iba a quedarse solo para siempre, que nadie lo quería y que se sentía horrible; Mew siempre le decía que iba a quedarse a su lado, que lo quería muchísimo y que era hermoso.

Cómo no podría enamorarse de Mew, si era hermoso, como persona, con él, en cada gesto dulce que hacía para hacerle sentir bien, siempre podían sonreír juntos, era siempre el que le levantaba el ánimo y lo impulsaba continuar, y quién cada vez que se lastimaba lo curaba con sus palabras para que pudiera salir de nuevo.

Y así, de la nada, tenía que pasar todo sólo, otra vez, tan solo como la primera vez que se habían visto.

— Y no volverá... — murmuró, sorbiendo su nariz—. Lo que sea que le hayan hecho... No volverá... — ahora las palabras de aquel tipo raro tenían sentido.

Solo esperaba, que lo que sea que estuviera pasando con Mew, que al menos no estuviera sufriendo en ningún lugar del infierno, porque Mew no había hecho nada malo.

Está vez, se envolvió sólo, aunque la manta no lo abrigó lo suficiente, sintió frío igual, y fue al cuarto de Mew, que tenía todas sus cosas, y su olor, sólo para abrigarse en algo más.

With Love, Cupid (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora