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Si las miradas pudieran hablar, los rostros de los seres celestiales gritarían: asco y pena.

Sus rodillas y codos temblaban, dolían, hasta podía sentir pequeñas gotas de sangre bajar por sus articulaciones. Escuchaba los gritos de sus hermanos, los aclamos para que sus alas sean cortadas. Jungwoo tan solo miraba el suelo mientras sus lágrimas bajaban por sus mejillas como si el dolor se fuera por cada lágrima que salían de sus ojos.

Estaba rodeado por centenares seres celestiales que abucheaban su nombre como si fuera la mayor escoria.

Todos miraban la marca de colmillos
en su clavícula y Jungwoo no podia hacer nada para poder proteger su cuerpo, sus alas estaban siendo retenidas por dos arcángeles que esperaban hasta la espera de su Dios para poder juzgarlo

"Merezco esto" pensó Jungwoo.

Dejó el Inframundo dónde pudo ser feliz una noche. Se entregó a un demonio que prometió protegerlo y lo dejó por caer en la realidad.

Yuta lo transportó al paraíso sin mirarlo a los ojos, tan solo lo dejó en la misma celda dónde fue encerrado para irse sin decir nada. Pero Jungwoo sabía que las miradas hablaban mas que las palabras.

Yuta parecía tener el corazón roto.

-¡Serás juzgado como el pecador que eres! -gritaron en su oído- Te escapaste con un demonio y cometiste actos impuros. ¡Mereces lo peor!

“Protégeme, por favor” pensó Jungwoo con el dolor de su alma.

Una mirada fría se encontraba mirando como el pequeño ángel era juzgado.

Yuta lo veía desde la misma colina dónde pasaba incontables días viendo lo perfecto que podía ser ese lugar lleno de luz. No podía acercarse, no podía hacer nada. Porque si Dios se enteraba que él estaba en su paraíso su muerte seria inmediata. Tenía prohibido pisar ese lugar, porque lo mancharía con su maldad, como solía decir el creador.

Pero, ¡maldita sea! Necesitaba hacer algo. Podía arriesgar su mísera vida y matar a todos esos seres que insultaban y maltrataban a Jungwoo como una rara y repugnante especie.

Jungwoo era la criatura más perfecta, y por aquello era juzgado por sus hermanos, porque no podían ser igual de perfectos que él.

Yuta vio como una gran figura tomaba el cuerpo del ángel en sus grandes manos y gritaba cada uno de los pecados que había cometido, la traición cometida ante él y el cielo.

Dios estaba juzgando.

Yuta gritó con todo lo que su cuerpo podía cuando el creador dejo a Jungwoo en el suelo, de espaldas, con su rostro pegado al suelo de grava. Le ordenó a un arcángel tomar su espada de plata y cortar las alas de Jungwoo.

Las alas de Jungwoo fueron cortadas con el filo de una espada de plata,Y con ello, el dolor que la reciente conexión generaba en el cuerpo de Yuta un dolor catastrófico.

Dejaron el cuerpo de Jungwoo abandonado; desangrándose. Todos los presentes se retiraron ante la orden de su Dios, asustados pero a la vez con una sonrisa en su rostro.

Lo dejaron solo, padeciendo un dolor que lo llevaba a la muerte lentamente, mientras sus alas con las que se protegía estaban a un costado de su cuerpo.

Ya no era un ángel. Sin sus alas ya no lo era.

Jungwoo quedó inconsciente a los pocos segundos se ver sus alas al costado suyo, queriendo morir en definitiva.

Y cuando ya no quedaba nadie en ese lugar, Yuta recogió el cuerpo de Jungwoo en sus manos protegiendo a ambos con sus alas negras, llorando ante el cuerpo inconsciente de Jungwoo, sintiendo su dolor y tristeza.

-Perdóname, por favor. Perdóname por no salvarte - Yuta beso la frente de Jungwoo mientras dejaba sus lágrimas bajar por sus mejillas.

Voló tan rápido como sus alas lo permitieron, sin mirar atrás. Prometiendo no dejar que Jungwoovuelva a pisar el paraíso.

Porque aquel lugar no merecía tanta perfección.

ᴅᴇᴍᴏɴ ⎯ ʏᴜᴡᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora