Emma estaba examinando con admiración el anillo. Lo abría y lo cerraba constantemente viéndose en ella reflejo de la perla blanca -desde el mejor criadero de ostras de todo el emisferio Norte presumía Adam cuando me lo entregó- presumía ella. Una sonrisa estúpida surgía dentro de ella. Estaba convencida de que la quería, y ella solo esperaba corresponderle y hacerle feliz.
-¡Oh! Vamos, dí si o no. Me estas matando- rie -TE QUIERO, TE QUIERO, se que solo llevamos unos meses pero no importa. Nunca me había decidido a hacer esto con nadie; ni con Sammy. ¿y bien?.-recordaba ella.
Empezaba a hacer calor en su habitación y decidió abrir la ventana.
Entonces vio como el cartero, que estaba frente a su puerta dejaba un paquete abultado en el suelo trabajo su puerta y llamaba al timbre.
La panorámica de su ventana mostraba perfectamente como su madre, con una sonrisa deslumbrante, atendía al cartero.
Intercambiaron parlabas hasta que, finalmente, su madre le hizo un gesto con la mano.
-Emma cariño, es para ti.
- ¿Para mi?
-¿No me has oído? Si, para ti.
-Que extraño. Ya voy.
Emma salió a recibir al buen hombre.
-¿Emma Tomson Spence?
-Si, soy yo.
-Firme aquí porfavor.
Emma firmó con el bolígrafo que le ofreció el cartero y justo cuando disponía a llevarse el paquete su madre se lo quitó de las manos.
-¿Qué coño haces mamá?
-Te recuerdo que todavía vives en mi casa y bajo mis órdenes. Nada entrará en mi casa sin mi supervisión.
-¿Lo dices enserio?
Emma movía los brazos sin sentido e intentaba localizar la mirada de su padre para intentar suplicarle que hiciese algo, pero su padre la evitaba hábilmente.
-Puf...me voy a dormir. Mañana con o sin tu permiso cojo ese paquete.-dijo Emma dirigiendose a su madre.
-Buenas noches cariño-dijeron sus padres al unísono.
No pudo dormir en toda la noche. Acomodó la almohada a la cama de todas las formas posibles y bebió agua unas cuatro veces pero no lo consiguió. Al final, por cronología básicamente, el día llegó.
Emma se incorporó con el sonido de los baldosines del salón y se dirigió hacia allí velozmente.
-Mamá, ya es hora de que me entregues ese paquete.
-Esta bien. Yo voy a hacer café.
-¿Es algo serio?
-No lo se, pero sí muy influyente.
-¿En qué?
-En tu matrimonio cariño. No hizo falta más, solo cuando vi de quien era... estaré en la cocina cariño. Recuerda que tienes que pensar un poquito más en ti. La decisión es tuya. Te quiero.
Emma no dijo nada. Estaba demasiado intrigada y se dispuso descubrir el interior del paquete.
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Mil y Una Cartas
Teen Fiction"A veces el daño que haga una relación no es importante si se sofoca con lo bien que te sientes sin mirar hacia atrás "