Sin duda sumadre comprendía su reacción; su hija a punto de casarse recibiendo un paquete de su exnovio, su único y, le pese a quien le pese, verdadero amor.
Esto no podía ser nada bueno pero, no quería ocultarle nada a su hija, el mismo error otra vez no.
- No lo leas, si no quieres claro...¿Quieres? - dijo su madre duvitativa.
-No...yo no lo se. Debo pensarlo, lo llevaré a mi habitación.
Los ojos de su hija hacían que se le estremeciera el corazón; no era la primera vez que ese chico escandaloso y frustrado ponía la vida de su hija, más bien de su familia, patas arriba.
Enma entró en la habitación y, sin ningún cuidado, tiró el paquete a la cama y, sin saber que hacer, vació el escritorio de un manotazo.
Pero entonces, entonces algo calló a sus pies, parecerá fantástico e irracional pero, esa cosa, era muy relevante en su vida.
No lo miró y gritó con pudor:
-Mierda mamá, te dije que recogieras mi escritorio- a lo que su madre no respondió.
Inquieta se sentó en la silla y dejo esa cosa, ese libro, encima de la mesa.
Tenía la mirada perdida, distante pero el entendimiento de un par de palabras en ese libro la hicieron concentrarse únicamente en él.
"Una maternidad sana"
Impactada y descontentaba, Emma, comenzó a recordar cómo, cuándo y dónde compró ese libro.
Y con quién, ¿con quien?
Volvió a mirar de reojo el paquete y luego el libro; respiró hondo y mustió:
-Allá voy.
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Mil y Una Cartas
Teen Fiction"A veces el daño que haga una relación no es importante si se sofoca con lo bien que te sientes sin mirar hacia atrás "