El paquete a penas pesaba pero era grande, demasiado grande.
La primera rasgadura del envoltorio mostró un nuevo envoltorio naranja, al parecer, un pequeño sobre. Emma extrajo el sobre por la apenas existente apertura. No tenía nada escrito en el dorso, ni tampoco en la parte de atrás.
Intrigada, Emma, lo abrió sin percatarse de lo que quedaba dentro del paquete.
En el gran sobre naranja solo había un pequeño papel arrancado de una hoja de cuaderno y doblado unas... ¿nueve veces? No lo se, demasiados dobleces. Tras desdoblar la hoja, Emma, mostró cara de desconcierto al descubrir su interior.
"MIL Y UNA CARTAS"- mostraba el papel.
Todo cobró sentido cuando Emma consiguió descubrir el interior del paquete.
Cientas de cartas se amontonaban en su interior ante la incredulidad de Emma. Cada una de ellas llevaba un número en la esquina, supongo que era la numeración de cada una de las cartas.
Nada llamó la atención de la chica quien, sin fijarse en el remitente del paquete, se dispuso a abrir la primera carta.
Su madre la distrajo un segundo cuando ella se disponía a desdoblarla.
-¿Y bien?- dijo su madre intrigada.
-¿Y bien qué? No me ha dado tiempo a leer nada.
-¿Pero ya sabes de quién es? ¿Y esto? "Mil y una cartas". Valla...
-¿Cómo voy a saber de quién...? Dios, ¡el remitente!
Corriendo, Emma, arrugó el papel intentando buscar la indicación del autor.
Sus pupilas se dilataron al descubrirlo. El nombre de su exnovio aparecía en pequeño en una esquinita.
Inmediatamente sus manos comenzaron a temblar y miró a su madre desconsolada.
-Ahora no.... ¡ahora no mamá!
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Mil y Una Cartas
Teen Fiction"A veces el daño que haga una relación no es importante si se sofoca con lo bien que te sientes sin mirar hacia atrás "