Capítulo 32

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Desde un extremo alejado del salón, sentada en la lujosa mesa con una copa de vino en la mano, Miranda podía apreciar lo feliz que se veía Cedric junto a la mujer que jamás pudo sacar de su vida.

Una mujer que trajo el infierno que quería olvidar a su presente.

Desvió la vista hacia el hombre que le quitó todo y no la apartó cuando él le respondió la mirada. Claro que la había reconocido, Damon no era un imbécil y él sabía perfectamente donde se estaba metiendo cuando llegó a arruinar su vida. Repentinamente los ojos masculinos se alejaron de ella y cuando quiso preguntarse por qué el duelo de miradas concluyó, la respuesta llegó inmediatamente.

Samuel se sentó junto a ella.

—Cedric está feliz, supongo que después de esta noche dejarás de atosigarlo.

Le dio un largo sorbo a su copa de vino, mirando fijamente a Damon.

—Deja de mirarlo, la gente se dará cuenta que lo odias.

—¿Y eso en qué te afecta? Lo peor que pueden pensar es que fue una aventura y las cosas no terminaron bien entre nosotros.

Samuel la fulminó con la mirada y ella sonrió con malicia.

—Porque nadie en esta fiesta pensaría que en realidad fue tu amante.

La tensión en el cuerpo de Samuel fue palpable y el dolor que sentía se intensificó.

—Ya pasaron muchos años desde aquel día, debes superarlo.

—Seis años, estábamos a meses de casarnos y decidiste meterte en la cama de un hombre.

—¡Cállate! —ordenó con furia y tiró de su brazo para que lo mirara—. Eso es algo del pasado y debes superarlo, fue un desliz.

Presionó la mandíbula.

—Un desliz lo tienes con una mujer que se puso en tu camino una noche poco oportuna, no con un hombre que conociste por internet y con quien estuviste en contacto por meses.

—Estaba confundido, Miranda.

—Si así te sentías, ¿por qué carajos me pediste matrimonio?

—Porque te amaba, y lo sigo haciendo.

Se zafó de su agarre y abandonó la mesa, por cosas como esas prefería tener amoríos, para impedir que Samuel le recordara que tuvo que acostarse con un hombre para reconocer que la prefería a ella.

—Qué lindos se ven los novios. —Samuel odiaba que se metiera en la vida de Cedric, por lo que haría justamente eso—. Espero que no sea mucho pedir que me prestes al novio para bailar unos minutos —Sujetó el brazo de Cedric, tirando de él para alejarlo de Hope.

—Yo... —Ella intentó hablar, pero el estúpido de Damon se metió en la conversación.

—No creo que lo sea, ¿verdad, Hope? Es mi turno de bailar contigo.

«Maldito entrometido rompe relaciones estables».

—¿Qué? —Cedric por fin recuperó la voz, pero lastimosamente Damon se llevó a su esposa antes de que pudiera quejarse—. ¿Qué diablos pasa contigo, Miranda? —preguntó con rabia y ella empezó a bailar—. Te dejé venir porque dijiste que...

—Ten cuidado con Damon.

Si ella no podía ser feliz, sus amigos tampoco lo serían.

—¿Qué?, ¿lo conoces?

—Conozco a ese hombre, uno de sus mejores pasatiempos es estropear relaciones.

Por supuesto, no le dijo que sus preferencias no incluían a su esposa.

Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora