« ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 2 »

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Al día siguiente, más dormido que despierto y con unas tremendas ojeras bajo los ojos, Midoriya se dirigía hacia al instituto, apresurándose a correr por el medianamente largo camino que conducía al mismo, logrando respirar un poco mejor cuando estuvo caminando por el sendero de árboles de la entrada principal. Le pesaba todo el cuerpo y estaba seguro de que no podría aguantar el ritmo de las clases y mucho menos estas.

No quería encontrarse con Todoroki. No después de lo de esa madrugada.

¿Qué iba a hacer cuando le viera? Se iba a poner rojo hasta las orejas, tanto que le saldría humo por los oídos... Sin olvidar que se masturbó ayer pensando en él. Aquel pensamiento hizo que rápidamente su rostro se tornara carmesí. Se sentía tan avergonzado, incluso su corazón estaba latiendo con rapidez dentro de su pecho debido a los nervios.

Pero el destino es caprichoso y tenía otros planes para él.

Cuanto más deseas no encontrarte con esa persona, más fácil es que lo hagas y en este caso no iba a ser una excepción.

—Hey, Midoriya... —Susurró con picardía y lentitud en su oído una voz muy conocida, a la vez que dejaba escapar un suave soplido sobre su oreja.

El corazón por poco y se sale de la boca del pequeño peliverde debido a la impresión, llevando sus manos a su pecho con la intención de aligerar un poco el golpeteo de su pobre amigo cardíaco. Vio en dirección a la persona que se había atrevido a pegarle ese tremendo susto, frunciendo los labios y frente en una expresión graciosa al ver de quién se trataba. —¡T-Todoroki-kun!

—Buenos días. —Saludó de lo más tranquilo, mientras con un movimiento de su cabeza acomodaba su cabello bicolor en la mitad de rostro, guardando sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—¡¿Qu-qué se supone que estás haciendo?! —Exclamó totalmente exaltado, y no solo eso, sino también nervioso. Lo que le faltaba, él que no quería encontrárselo y era la primera persona con la que se topaba... ¿Podría ser peor?

Hm, algo le decía que sí.

Todoroki no contestó, tan solo se pasó la lengua por los labios de una forma increíblemente seductora y con pasos lentos, depredadores y casi semejantes a los de un tigre acechando a su presa. Poco a poco se fue acercando a Midoriya, el cual se encontraba totalmente inquieto.

Con cada paso que daba Todoroki acortando la distancia, Midoriya lo volvía a crear, dando un paso hacia atrás. Más Shoto ni se inmutó.

Siguió aproximándose y Midoriya alejándose, hasta que su espalda chocó contra el tronco de un árbol y no tuvo escapatoria. Para cuando quiso darse cuenta, Todoroki estaba prácticamente frente a él, impidiéndole la huida, colocando las palmas de sus manos sobre la madera a la altura de la cabeza de Midoriya y manteniendo sus ojos dispares sobre él.

Eso por alguna razón le hizo temblar.

Pero no de miedo o angustia, no, era un sentimiento diferente.

Uno que no supo cómo interpretar pues estaba muy ocupado viendo el rostro contrario, que se acercaba cada vez más a él. Ambas miradas se encontraron y un escalofrío recorrió la columna del peliverde nuevamente.

—¿T-Todoroki-kun?... —Susurró nerviosamente Midoriya, tragando saliva. Como respuesta recibió una de sus pequeñas sonrisas y fue acercándose a él nuevamente.

Midoriya cerró los ojos en un acto reflejo.

¿Iba a besarle?

No sabría qué hacer si algo como eso sucedía.

Su cuerpo vibraba emocionado, a pesar de que eso en un futuro cercano podría acarrearle problemas. Sin embargo, no tuvo tiempo de pensar nada más ya que un pequeño gemido escapó de sus cuerdas vocales en cuanto sintió la respiración de Todoroki contra su cuello, olfateando su piel. Todos los vellos de su cuerpo se pusieron de punta y su pulso latió desbocado.

¡La culpa es de la revista! |TODODEKU +18| © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora