« ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 4 »

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Sin pensárselo dos veces y dejando que lo dominara el instinto, Midoriya rodeó con sus brazos el cuello de Todoroki y lo besó con urgencia.

Nunca se había sentido así de... Desesperado.

Las sensaciones que sacudían todo su cuerpo eran tan devastadoras que anulaban todo su juicio, dejando su cabeza tan solo consciente para el placer.

El aludido quedó algo sorprendido por la repentina acción llevada a cabo por parte del peliverde, pero tras soltar una pequeña risita, mezcla de regocijo y perversión, le correspondió sin perder ni un solo segundo.

Un gemido de satisfacción escapó de entre los labios de Midoriya, al sentir como su lengua se encontraba de nuevo con su compañera. Ambas se acariciaron, enredándose entre sí, disfrutando cada segundo de la calidez que envolvía la boca del contrario.

En medio de aquel ósculo lleno de deseo, consiguieron llegar a la habitación de Todoroki.

Nada más entrar, la espalda de Midoriya cayó sobre el futón perfectamente arreglado, arrastrando al dueño de la estancia en el proceso; Sin embargo, no separaron sus labios ni un instante. El sonido de la saliva entrando en contacto y mezclándose, era lo único que se escuchaba en el silencio que reinaba en aquel cuarto.

El pequeño pecoso enredó sus dedos entre las hebras bicolores de su cabello, apegando aún más sus cuerpos. Por su parte, Todoroki posó sus manos sobre las caderas de Midoriya e iniciando un suave movimiento de vaivén, logró que ambas erecciones se rozasen. Aunque la tela de los pantalones que llevaba puestos evitaba un contacto más directo, no por ello dejaba de ser placentero.

Ante aquella fricción el peliverde no pudo evitar cortar el beso, gimiendo y jadeando.

Aquel estímulo había sido demasiado intenso. Todoroki se pasó la lengua por los labios con lascivia. Y es que la visión de Midoriya bajo su cuerpo, respirando agitadamente, con las pecosas mejillas rojas, los ojos llorosos debido al placer, el sudor aflorando en su piel y un hilillo de saliva resbalando por la comisura de sus labios, era más que excitante.

Su mente desbordaba de ideas.

Ideas muy perversas.

Inclinó su rostro, y tras sacar la lengua, dio una rápida lamida sobre su cuello, logrando sacarle un gemido de gozo. Satisfecho con el resultado obtenido, repitió dicha acción varias veces, solo que, de una forma lenta y pausada, disfrutando de sus reacciones y el sinfín de deliciosos sonidos que por más que intentase retener, escapaban de sus labios. Ascendió hasta llegar a su oreja, mordiendo el lóbulo y tirando de él con suavidad.

—Ahh... S-Shou-chan... —Pronunció su nombre con un tono de voz increíblemente sensual, que logró sacudir de pies a cabeza al causante de provocarle tales sensaciones de placer.

Era la primera vez que Midoriya lo llamaba por su nombre.

Y el que lo haya hecho con ese tono de voz, solo logró calentarlo más.

Dejó escapar una risita algo malvada contra su oído, mientras besaba lentamente su mejilla— Me vas a volver loco, Izuku Midoriya.

Un fuerte estremecimiento acompañado de un gemido de puro deseo, lo inundó por completo, obligándole a elevar las caderas en el proceso. Su erección latió con fuerza a la vez que su bajo vientre se contraía y relajaba constantemente.

Saber que era capaz de provocarle de tal manera a Todoroki, le producía una indescriptible sensación de deleite.

No se detuvo ahí. Descendió lentamente por la clavícula, pasando por su pecho, dejando en el proceso un reguero de húmedos besos por todo su torso mientras sus manos se encargaban de acariciar la fina, lisa, pecosa, delicada y caliente piel que encontraba a su paso, hasta llegar a sus pezones. Sonriendo sacó la lengua, acariciando el pequeño y duro montículo color durazno, mientras pellizcaba el contrario con algo de fuerza.

¡La culpa es de la revista! |TODODEKU +18| © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora