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Los sonidos sordos que los nudillos de Park creaban al impactarse contra la saca de boxeo sonaron por todo el gimnasio, sus jadeos y gruñidos acompañaban ese singular compás. Su estrés parecía desfogarse demasiado lentamente contra la pera, y él necesitaba que todos esos tormentosos sentimientos salieran de su sistema como el sudor que bajaba por su cien.

Desde hace un par de días estaba así y no podía deberse sino a su siguiente gran pelea que se llevaría a cabo la noche siguiente. Chanyeol quería ganar, no sólo porque el premio fuese de diez mil dólares, sino porque su orgullo así se lo exigía. Era un excelente boxeador, y no lo decía sólo él sino aquel sinnúmero de fanáticos que ganó por su destreza en el ring, y no estaba dispuesto a llamarse perdedor. Así que para asegurar su victoria venía entrenando días enteros, hasta que sus nudillos sangraban y ni aún así parecía querer detenerse. Jonghyun ya lo retó un día cuando Park estuvo a poco de desmayarse. Chanyeol no era de hierro y parecía llegar a su límite. Eso era preocupante porque no sólo se trataba de la salud del hombre, sino que de seguir así no ganaría la tan ansiada pelea.

—Deberías detenerte —le habló una voz a la espalda, y Chanyeol la hubiese ignorado sino fuese que aquella voz era del pequeño chico que a veces veía bailar en aquel bar tan refinado. Baekhyun.

Dándose vuelta se enfrentó a la dulce presencia del muchacho, vestido de negro y rosa dándole ese típico aspecto de niño rico mimado. Chanyeol esbozó una sonrisa, pero se dio vuelta nuevamente y continuó golpeando la saca. Escuchó un bufido a su espalda.

—Dime, ¿golpearás ese saco hasta que la mano te sangre?

Con la mirada baja, Chanyeol revisó sus manos y notó la sangre sobre sus nudillos. Gruñó. Pero su terquedad pudo más y continuó.

—¿Qué haces aquí? Si buscas un espectáculo, lamento decirte que no doy demostraciones privadas.

—No vine por eso. Jonghyun me llamó y me dijo que estabas desquiciado; quise creer que exageraba, pero veo que no se equivocó, ni un poco.

—¿Por qué Jonghyun habría de llamarte?

—Tengo esa misma duda. Aunque, al parecer, cree que yo puedo hacer que dejes de boxear y que descanses.

—¿Y crees que eres capaz de eso? —se burló Park, sujetando con sus manos la pera de boxeo para detenerla. Se dio vuelta, agitado y jadeante, empezó a retirarse las vendas de las manos, aquellas que tenían grandes manchas rojas por la sangre.

—No, pero me pareció divertido venir y ver cómo te destruyes —respondió altanero con una sonrisa amplia en su rostro.

—Se llama entrenamiento, niño, y lo hago para una pelea importante.

—¿Y de verdad piensas que vas a ganar si sigues así, degradando tu salud? Apostaré a que antes de que te subas al ring ya habrás sido noqueado, pero por tu propia negligencia.

Chanyeol se preguntó a qué se debía esa nueva faceta de Baekhyun. Ser tan confiado, arrogante y sarcástico no era su estilo, mas bien lo era ser más dulce y dócil. Un sumiso como a Chanyeol le gustaba, aunque no podía mentir y decir que esa faceta arisca no le ponía mucho. Cuanto quisiera domar a ese gatito salvaje, ponerlo sobre su vientre, con el culo levantado meneándolo para su amo.

—¿Tienen un botiquín aquí? —preguntó con franca curiosidad.

Chanyeol largó una carcajada.

—Sí. No somos animales que se lamen las heridas.

—Pues tu sí pareces uno.

Fight for love (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora