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Los brazos de Félix se posan suavemente sobre los tuyos mientras se acerca un poco más a ti. Tu atención cambia momentáneamente de la película que estabas viendo con los otros miembros a tu novio y al solo cruzar miradas supiste cuál era la situación, pero decidiste ignorarlo para jugar con él un poco.
El rubio discretamente posa su cabeza entre tus hombros cuando tu atención está de vuelta en la TV. Cuidadosamente, sujeta tu mano colocándola en la parte superior de su muslo, esperando tener una reacción por parte tuya, pero haciendo un puchero al ver que no obtenía ninguna.
— Te necesito. — dijo en un casi inaudible susurro, pero lo lograste escuchar. Una sonrisa formándose en tu rostro al ver la manera necesitada en la que apretaba ambos de sus muslos, capturando fuertemente tus dedos entre ellos. Las palmas de tus manos estrujando ligeramente sus piernas, recibiendo una sorprendida reacción por parte de tu novio.
— ¿Ahora mismo? — respondes, casi al igual de silenciosa que él. Tu pregunta hace que Félix gimotee de una manera un tanto ruidosa, haciendo que Chan voltee a verlos a ambos con una expresión de interrogación en su rostro.
Félix y tú entran en un pequeño estado de pánico, hasta que una falsa preocupación llenó tu rostro mientras tu mano derecha se posaba en la frente de tu novio. — Creo que Félix no se siente bien. — afirmas, mientras que con tu mano izquierda sujetas su entrepierna, presionándola burlonamente.
Tus palabras hicieron que uno de los chicos pausara la película, teniendo ahora a todo el grupo mirando a Félix, quien estaba gimiendo de placer; haciéndolos pasar por gemidos de dolor. Como pudo, asintió en signo de concordancia contigo, haciendo que Chan se preocupara.
— Yo cuidaré de él Chris, no te preocupes. — le sonríes al líder mientras levantas a tu novio del sofá, tratando de llevarlo al baño mientras los otros miembros posaban su atención en la televisión. Tan pronto como cierras la puerta del baño te acercas a Félix, besándolo lentamente mientras presionabas uno de tus muslos entre sus piernas. — Mi bebé es tan sucio. — le susurras con algo de coquetería; mordiéndote el labio mientras miras fijamente a sus lujuriosos ojos.
— P...por favor, tócame...— gimoteó el chico, cerrando sus ojos cuando juntas tus labios con los suyos mientras lo acorralas contra el lavabo.
— Tienes que ser menos ruidoso, Lixie. — murmuras tomándolo de la mano y girando su cuerpo, obligándolo a mirarse a sí mismo frente al espejo. Sus ojos siguiendo su propio reflejo por un momento, dejando que sus mejillas se tornen en un intenso rojo antes que sus ojos se centraran en su entrepierna cuando bajaste sus pantalones y bóxers, dejándolos reposar en sus pantorrillas.
Sus órbitas se encuentran con las tuyas. Detrás de él en el espejo, una mirada suplicante en su rostro completamente rojo. Sonríes mientras agarras su miembro ya erecto y mueves tu mano suavemente en él, disfrutando de la forma en la que tu lindo novio casi se ahoga en un gemido mientras trata de mantenerse en silencio.
— Mírate, bebe. — le sujetas del cabello, forzando sus nerviosos ojos a mirar su reflejo en el espejo. Un silencioso gemido se escapa de entre sus labios y no puedes evitar reír a la manera en que su pene ya se tuerce en tu mano.
— ¿Tan pronto? — burlonamente le preguntas a tu novio, sonriendo de lado cuando asiente a tu pregunta. — Supongo que hemos encontrado un nuevo fetiche tuyo, eh? — ríes suavemente. Tu mano moviéndose más rápido por su longitud. — ¿Te gusta verte siendo un niño sucio? — continuas moviendo tu mano rudamente sobre la punta de su falo, al fin acercándose a su tan esperado orgasmo. Tu otra mano moviéndose de su cabello a su boca, conociendo que tan ruidoso puede ser cuando se viene.
Los ojos de Félix se abrieron mientras el increíble placer se apoderaba de él mientras su esperma goteaba perfectamente en el lavabo. Sus gemidos siendo completamente obstruidos por tu mano en su boca. Ayudas a Félix a recobrar la compostura, disfrutando de la forma en la que su cuerpo se relaja de nuevo cuando la sensación intensa de hace unos segundos se desvanece, siendo reemplazada por una relajación pesada. Su cuerpo apoyado al tuyo, ayudándolo a mantener el equilibrio, sonriéndole a tu amado mientras pasas tu mano limpia cariñosamente por su barriguita.
