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— ¡ T/N ! — dice Wooyoung, cambiando la atención de todos hacia ti. — ¿Verdad o reto? — su voz es baja, solo haciendo más intrigante la tensión de su pregunta. Una curvilínea sonrisa formada en su rostro, como si supiera lo que estás a punto de elegir.
— Reto. — respondes confiadamente. El resto de los miembros de Ateez abrieron los ojos de sorpresa, haciéndote sonreír presuntuosamente.
La expresión de Wooyoung mostraba una clara felicidad en esos momento; un rayo de maldad que se reflejaba en sus ojos. — ¿Qué tal si...— su mirada se dirigió a San, sabiendo muy bien que has estado deseando mucho más que una simple amistad con ese chico hace algún tiempo, siendo esta la oportunidad perfecta para que se volviesen...más cercanos.
La orgullosa sonrisa en los labios de Wooyoung enviaron un escalofrío por toda tu espina dorsal y logra romper tu fachada de confianza momentáneamente. — Te reto a que le hagas un chupetón a San. — finalmente dice, con una expresión de orgullo cubriendo su cara.
No pasó ni un segundo cuando todos los miembros empezaron a reírse de la cara completamente roja de San y tu sorprendida mirada, mientras hacías contacto visual con el chico. — Vamos T/N, sabemos que no te resistirías de cumplir un reto como ese. — dice Hongjoong, en un tono un tanto sugestivo, guiñándoles un ojo a San y a ti.
— ¿F-frente a todos ustedes? — preguntas, aún sorprendida.
— Ew no, ¡por supuesto que no! — afirmó Yeosang, haciendo que todos se rieran mientras que San y tú seguían avergonzados.
— Bueno, supongo...— murmuras mientras te levantas y estiras el brazo hacia el lado de San, quien también se levanta con cuidado, cerrando los ojos por un momento antes de mirar hacia atrás. El chico sujeta tu mano para que lo lleves a su habitación, sonriendo al "tómense su tiempo" que Wooyoung gritó antes de que cerrases la puerta del cuarto.
Un incómodo silencio se expandió entre ustedes dos mientras te apoyas sobre la puerta del cuarto, mirando intensamente a San, cuya atención parecía estar fija en un detalle de tu blusa. Reíste cuando escuchaste música fuerte sonando en la sala de estar, aparentemente los miembros no querían escuchan nada que pueda pasar entre ustedes.
— ¿Dónde lo quieres? — preguntas, finalmente rompiendo el espeso vacío entre ustedes dos, haciendo que San te mire; una mirada ilegible a tus ojos.
— En mi cuello, por favor. — responde tímidamente tu amigo, con las palabras algo revueltas.
Ríes ante su respuesta, tirando de su cuello y cambiando de posiciones, presionándolo ligeramente contra la puerta de madera. El aliento de San se acelera y su rostro se enrojece a medida que tus manos se aferran a sus hombros.
— ¿D-duele? — pregunta un poco tembloroso, haciéndote sonreír suavemente.
— Solo se siente un poco de hormigueo, no te preocupes. — respondes mientras una de tus manos acaricia su clavícula, tocando la piel de manera delicada, momentáneamente perdiéndote en la sensación de su piel contra la tuya.
San tiembla. La piel de gallina en su iluminado cuerpo, haciéndote sonreír mientras te sumergías en su cuello, hipnotizada por la perfección.
Tu amigo inhala fuertemente cuando tus labios finalmente tocan su piel, primero ligeramente, queriendo prepararlo para lo que se venía. Tu boca transcurre toda su manzana de Adán cuidadosamente, disfrutando del movimiento que hacía cuando el chico tragaba saliva fuertemente.
Te mueves más abajo, finalmente deteniéndote sobre su clavícula, siguiendo su curva con besos hasta que comienzas a hacer mordiscos en la sensible carne. Tus acciones creciendo en intensidad con el tiempo, dejando manchas rojas por todo su cuello, que pronto se volverían moretones profundos.
Te separas; admirando tu trabajo hasta que tus ojos se cruzaron con los de San, quien te está mirando muy concentrado, con todo su rostro cubierto de un flamante rojo. — Así que...¿te dolió? — preguntas riendo, tus dedos recorriendo sus hebras, disfrutando de la manera en la que poco a poco el chico se reponía.
— N-no. — su ojos se dirigieron al suelo. — Se sintió un poco bien. — admite, mordiéndose el labio mientras sus ojos se volvían hacia los tuyos. Ríes. El sonido angelical le hace sonreír también hasta que el contacto visual entre ustedes dos de repente se vuelve mucho más intenso, sintiéndose los únicos en el mundo en este momento.
Se miraron el uno al otro, tu mano apretando la suya antes de acercarse más, sus labios finalmente tocándose ante lo que parecía ser una eternidad. El sabor de San nubla tu mente con sentido y prometiendo felicidad sin fin mientras su mano encontraba tu cadera y la sujetaba lo más fuerte posible, no siendo plenamente capaz de comprender que esto finalmente está sucediendo.
