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Taehyung está ansioso.

Comprendiendo sin esfuerzo, se queda, a veces, pensando, queriendo llorar.

Acomodando sus tapones en ambas orejas, se tumba en su cama y respira.

Un profundo sonido de agonía hexalada por la garganta desgarrada de una noche lluviosa, que él no escucha.

—¡Taehyung! ¿Me estás escuchando?— Su madre entra a su habitación.—Espero que te hayas vestido. No te quiero ver haciendo otra tontería de las tuyas. Que estés loco no es su problema.

—Sí, sí.

—Pues a ver si es verdad.— Cierra fuerte y Taehyung piensa que va a temblar la casa.

De algún modo sobrevivió la noche.

Un chico de pelo castaño y ojos delineados se sentó a su lado. Su peculiar sonrisa le adornaba cuando hablaban sobre él.

Como un instrumento desafinado, los oídos de Taehyung se irritaban con su respiración.

Se sentó en la reflexión silenciosa, hasta que se levantó ante la mirada de los invitados y salió por la puerta principal.

Se sentó en la reflexión silenciosa, hasta que se levantó ante la mirada de los invitados y salió por la puerta principal

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El viento suave agitó mi cabello. ¡Por fin solo! Ya no se escucha más que el rodar de algunos coches rezagados, fatigados.

Por fin ha desaparecido su rostro, y ya sólo por mí podré sufrir.

Subir, para matar el tiempo durante la lluvia, a la tienda de conveniencia, mietras pienso en la acción fea que he cometido.

Tenía cuatro llamadas perdidas de mi madre. Lo que menos me importaba ahora mismo, en realidad.

Jungkook estaba dentro de la tienda. ¿En qué momento había caminado tanto tiempo?

Agarrando el pomo de la puerta, dudé. Tuve que abrir la puerta cuando el último me había visto.

—¿Kim Taehyung? Ah, tu madre estaba preocupada por ti. Espero que te encuentres bien.— Se pasó una mano por el pelo e hizo una mueca incómoda.

—Mh, lo estoy.— Sin mantenerle la mirada, empecé a ojear los paquetes de fideos instantáneos. No ahora, por favor.

—Estás empapado. ¿Quieres que te acerque en un momento? Tengo coche.— Insistió.

—No hace falta.

El azabache no se había movido ni un centímetro. Los ojos oscuros de este expresaban preocupación, aún así me sonreía esperando que aceptara su propuesta.

Su respiración comenzaba a ser más fuerte.

—No tienes buena cara Taehyung, déjame llevarte a tu casa.

Sentía que perdería el control. Con mi voz casi inaudible me despedí de él como pude dejándole en la tienda con una mueca preocupada en su rostro.

Misofonía. Kooktae Donde viven las historias. Descúbrelo ahora