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El tiempo pasa volando, ya pasaron meses de ese día. Los genios dejaron de competir y simplemente compartieron el puesto.

Eran el duo perfecto, crearon numerosas teorías, dudas e incluso respuestas. No conformes con eso, creaban estrategias y ayudaban en un hospital como estudiantes. No les molestaba nada de los demasiados favores que pedían, despues de todo, ellos podian con todo.

Hoy en plena primavera, fueron convocados al Palacio por la emperatriz, porque había rumores de que estaban creando una crema que te refrescaba la piel seca y no solo eso, lo especial es que está crema tendría un olor dulce y refrescante a fresas.

Al palacio llegaron un grupo de caballeros escoltando dos caballos. Los dos genios preferían los caballos antes que una carroza. Bajaron entre risas y bromas, pronto vino un mayordomo para acompañarlos donde la emperatriz.

En los pasillos del palacio se escuchaban los susurros de dos niños.

-Te dije que preguntes tu- Insistió Adela.

-¿Yo por qué? Siempre soy yo el que pregunta- Respondió Arthur con un puchero.

El mayordomo volteo para saber que tanto estaban murmurando.

-lo sentimos... De verdad-.
Dijieron los dos niños al mismo tiempo.

Una vez llegaron donde la emperatriz, se les ordeno entrar. A primera vista la emperatriz es una mujer de cabello dorado con un cuerpo  esbelto. La mujer estaba mirando por una ventana, volteo y se encontró con los niños haciendo una reverencia en forma de saludo. Solo sonrió y les permitió adentrarse a la habitación, para luego hacer una seña ordenando que tomen asiento.

-Saludos a la luna del imperio, que la salud y riqueza la sigan acompañando.
Dijieron al mismo tiempo los niños luego de hacer una reverencia.

-Bienvenidos- Se limito a decir la emperatriz.

-Disculpe mis modales. Soy Arthur Harrison del Ducado Harrison, Saludos a la luna del imperio- Se presento cortésmente.

-Soy Adela Beldford del Ducado de Beldford, Saludos a la luna del imperio- Hizo el saludo correspondiente a la etiqueta, mientras tomaba asiento.

Lo siguiente sucedido fue que los niños sacaron un frasco bien decorado y se tomaron el tiempo de explicar a la emperatriz sus ingredientes, su función, como fue que se creo, los efectos que ejercía y finalizaron diciendo que no tenía efectos secundarios.

-Gracias por la explicación, esperaré todo lo explicado escrito por papel- Dijo la mujer con finas y cuidadosas expresiones.

-No agradezca por favor Emperatriz. Fue un honor poder explicarle en persona- Hablo cuidadosamente Arthur.

-Gracias a usted por escucharnos, gloria y bendiciones a la luna del imperio- Adela finalizó sonriendo.

-Pidanle al mayordomo que es lo que quieren de recompensa. Quédense unos días en el palacio para explicarle a los sirvientes de aqui como hacer la crema. Pueden retirarse- Finalizo mientras sonreía la luna del imperio.

Una mujer de unos ojos azules, un cabello dorado, unos labios rosas perfectos. Con una cara simétrica y un cuerpo esbelto digno de envidiar.

Los niños salieron de la habitación sin poder esconder la emocion. Después de todo, su sueño era poder hacer productos para la emperatriz.

Los niños comenzaron a seguir al mayordomo, quien esperaba que le dijeran que es lo que querían.

-Vamos pregunta Arthur, no seas cobarde- susurro Adela mientras empujaba a Arthur.

-Uh, bueno. ¿Señor?- Pregunto avergonzado Arthur.

-¿Si?- Respondió el mayordomo.

-Queremos como recompensa un juego de ajedrez complemente  de madera- Pronuncio tomando valor el pelinegro.

-¿Es todo lo que quieren de recompensa?- Pregunto el mayordomo.

-También queremos un lugar privado para entrenar- Interrumpió Adela, sabiendo que Arthur no podría pedirlo de la vergüenza.

-Siganme- Finalizo el mayordomo para comenzar a apresurar el paso en dirección al jardin.

La villana ¿Es realmente una villana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora