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Chimon concluyó la decoración del blue latte que se encontraba realizando en ese momento, y luego de ponerlo cuidadosamente sobre una bandeja, ordenó media docena de macarons en un reluciente plato rectangular color azul pastel y lo posicionó junto a la bebida. Se tomó un segundo para cerciorarse de que todo se viera impoluto y sonrió satisfecho con su trabajo. Mantuvo una expresión alegre en su rostro y llevó la orden al chico alto con cabellera negra que lo había pedido, el cual sinceramente le generaba curiosidad.

—Blue latte y media docena de macarons —dejó la bandeja sobre la mesa cautelosamente—, espero que los disfrute. —Sonrió en su dirección, iba a retirarse rápidamente pues desde que ingresó a su café, el chico frente a él portaba una apariencia y semblante de completa seriedad.

—Muchas gracias, seguramente lo haré. —Lo vio sonreír sin enseñar su dentadura, pero ese simple hecho lo hizo emocionarse, por lo cual terminó sonrojado. No creyó que recibiría una respuesta de su parte.

—Qué amable, gracias. Si necesita algo más, puede llamarme. —Se inclinó levemente y regresó a su puesto.

No recordaba haberlo visto antes, pero no pudo evitar sentirse avergonzado. Él no juzgaba a las personas por su apariencia, sin embargo creyó que aquel chico alto sería descortés, pero finalmente no fue así. Seguía sintiendo curiosidad pero la cobardía le impedía acercarse y siquiera preguntarle su nombre. Suspiró y apoyó su codo en la barra frente a él, para luego reposar su mentón sobre su mano. Su vista vagó por la estancia y finalmente se posó en la mesa que había visitado minutos atrás, le sorprendió no ver a nadie allí. Frunció su ceño ligeramente y repasó con la mirada el lugar; recompuso su postura abruptamente y carraspeó a la par en que sentía sus mejillas tibias cuando se percató de la presencia frente a él. Lo miraba como si estuviera esperando una respuesta, ¿acaso le había hablado y por estar tan ensimismado no lo notó?

—Pe-Perdón, ¿dijo algo? —Realmente quiso que la tierra lo tragara y lo escupiera lejos.

—Sí, me gustaría pedir una caja de macarons para llevar. Saben realmente delicioso, hace un excelente trabajo. —Sonrió apenas perceptiblemente. Chimon imitó el gesto con una mayor efusividad.

—¡Me alegra mucho que le gustaran! Los llevaré a su mesa en un momento. ¿Desea algo más?

—¿Su número telefónico es una opción? —Ladeó su rostro y aunque su semblante se mantuvo serio, percibió un sutil rubor adornando sus mejillas. Le pareció sumamente adorable y le fue inevitable sonreír.

—Lamentablemente no está incluído en el menú. Deberá quejarse con el gerente, ¿no lo cree? Es un pésimo servicio. —Negó con la cabeza y lo miró con pena notoriamente falsa.

—Por supuesto que sí, pero por la manera en que lo dice, el gerente es usted. —Alzó una ceja y apoyó sus brazos cruzados sobre la barra, aumentando la cercanía. Instintivamente retrocedió un paso.

—Está en lo correcto. Déjeme pensarlo... Creo que hoy estoy de buenas y haré una excepción, todo sea por satisfacer al cliente óptimamente. —El hombre frente a él le tendió su teléfono, Wachirawit lo tomó entre sus manos y tecleó su número rápidamente. Le devolvió el teléfono y en cuestión de segundos sintió el suyo vibrar en el bolsillo de su mantel.

—Puede agendarme como Nanon o como el futuro amor de su vida, lo dejo a su elección.

—¿Sabía que coquetea pésimo, Nanon? —Rio cortamente, el más alto se sonrojó y apartó la mirada un par de segundos.

—Hago el intento, y dígame, ¿funciona aunque sea un poquito?

Se alzó de hombros. —Chimon o al que quizás le funcione una milésima, lo dejo a su elección.

—Bonito nombre, completamente acorde a quien lo porta. —Corrigió su postura. —Esperaré mis macarons en la mesa, gracias de antemano.

Lo siguió con la mirada hasta que se sentó dándole la espalda, impidiéndole apreciarlo más. Aunque refunfuñó mentalmente, agradeció eso, o hubiera seguido observándolo hasta despertar de su ensoñación y habría olvidado empacar los macarons. Solía colocar todas las galletas de la misma tonalidad (preparaba diferentes tipos de azules, cada uno con un relleno diferente pero igual de exquisito) pero decidió llenar la caja variadamente procurando que se viera organizado, de la más clara a la más opaca. Ató un listón blanco y realizó un moño con él a lo largo de la caja azulada, verificó que se viera pulcro y caminó con ella en sus manos hacia aquella mesa apartada en que Nanon terminaba su latte. Esperó tras él a que lo hiciera y se sintió satisfecho al escuchar el sonido de satisfacción que emitió, dejó la caja sobre la mesa con cuidado y se sentó en la silla frente a él cauteloso a la reacción que tuviera.

—Honestamente, no había notado que habían más colores, soy algo despistado. En realidad, nunca había probado los macarons. Sé de bebidas pero de café y postres no sé nada. —Rio sutilmente, el mayor amó el sonido enseguida.

—¿Bebidas? —Preguntó intrigado.

—Sí, señor barista, acaba de conocer a un bartender.

—Me sorprende que conozca el término. —Le fue imposible reprimir su risa. Creyó que Nanon se enojaría pero terminó riendo también.

—No sé de preparaciones pero por supuesto conozco el término. Me ofende, Chimon. —Se llevó una mano al pecho a la altura del corazón dramáticamente.

—Lo siento, lo siento. Lo que realmente me sorprende es que esté aquí, bebiendo un latte y comiendo macarons. Es bastante alejado de la expectativa que genera su imagen. Pero siendo sincero, me parece encantador. —Nanon sonrió genuinamente al escuchar sus palabras.

—Las apariencias engañan, en el fondo soy lo máximo. —Alzó sus dos pulgares. Wachirawit soltó una risita, el accionar de Korapat le parecía adorable al igual que sus expresiones.

—No lo dudo. —El sonido de la campanilla en la entrada indicó que alguien había ingresado al local. Lo comprobó al mirar en su dirección. —Nanon, ha sido un placer hablar contigo pero tengo trabajo que hacer.

—Ve al bar cuando quieras. El ambiente es muy acogedor y agradable, créeme. Te invitaré una bebida.

—Quizá vaya cuando cierre el café.

—¿A qué hora lo haces?

—Cierro a las nueve.

—Estupendo, cierro a las once. Te espero ahí.

Asintió y se levantó; caminó con rapidez hacia la pareja que acababa de ingresar al recinto y apreciaba entusiasmada la variedad de postres y pasabocas en el mostrador. Los atendió amable y felizmente, y aún cuando intentaba pensar en otra cosa, su mente terminaba recordándole a la apuesta persona que acababa de conocer e inevitablemente una sonrisa se abría paso en su rostro.

❛ blue desires ❜ ⚘ namonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora