Capítulo 1

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"Octubre de la Era Taisho, se declara el deceso del Pilar de la Flama Kyojuro Rengoku al enfrentarse a una Luna Superior, se desconoce cuál."


Incluso uno de los más grandes en la historia de los Pilares cae ante un demonio. Entonces ¿cómo podrán derrotar a Muzan? ¿Qué harán con la próxima caída de un Pilar? Nadie sabe y ya no es tema de la familia Rengoku. El legado del Pilar de la Flama terminó con Kyojuro.

Hablando de los Pilares, antes de ser guerreros letales, fueron padres, madres, amigos, hijos, primos, vecinos, simples conocidos de la cotidianidad... un hermano. Un hermano amable, cálido, sensible, valiente y apasionado; eso era Kyojuro para él, ahora no le queda más que su inestable padre. Lo ama a pesar de ser un hombre sumergido en una profunda depresión y refugiado en el alcohol.


"Mi adorado padre:

La partida de mi hermano me tiene a la deriva. No sé qué hacer con mi vida y siento que me convertiré en una total carga para usted. Espero algún día me perdone y logre buscar al fin aquello que lo mantenga vivo y apasionado de nuevo.

Senjuro."


Está en el techo, el viento y frescor de la noche revuelven su cabello a pesar de estar atado en una simple coleta. Su padre ahora duerme, es un hombre de sueño pesado, pues el alcohol lo deja prácticamente inconsciente. Eso y la depresión que padece desde la partida de su amada esposa, ahora es turno de Senjuro caer en algo similar tras la muerte de Kyojuro.

—Cuide su cuerpo, padre— murmura el joven en una profunda tristeza.

Suspira, resignado a caer y permitir que la dureza de aquella roca en el jardín lo desnuque una vez salte del techo. Estuvo horas planeando escribir la carta que lleva en su sudorosa mano y otras más reflexionando respecto a la muerte. Senjuro planea guardar sus penas hasta el final, irse a la tumba con ellas, pues siempre se sintió una carga inútil a pesar de ser un chico talentoso, tal vez lejos de lo que fue su hermano, pero había que reconocer sus cualidades.

Cierra sus ojos y los vuelve a abrir, camina hasta el borde el techo, mira la roca y traga en seco, la caída será fea, pero terminará con su vida de una vez por todas. Se arma de valor, cierra sus ojos con fuerza y voltea, trata de mover su cuerpo, sin embargo, el miedo de morir no se lo permite. Suda a mares, frío y su respiración es agitada. Aprieta los dientes con rabia, nuevamente la cobardía arruina su intento de suicidio. Su cabeza no se detiene en juzgarlo cruelmente como una mierda de persona, no es posible que sea incapaz de tomar sus propias decisiones. Se siente como un completo fracaso.

—¿Un empujón, humano?

¿Qué fue eso? Abre sus ojos y busca al intruso. No está loco, definitivamente hay alguien ahí en el techo. Está desarmado. Más inepto no puede ser. Es entonces que al fin capta la presencia de cierta criatura, un demonio, está detrás suyo. Voltea y se encuentran cara a cara, efectivamente, lo es. Es alto, de ojos brillantes con los kanjis "Luna Superior Tres", de musculatura bien definida, tatuado de curiosas líneas azules por todo el cuerpo y un sinfín de descripciones que no planea enlistar.

Va a morir.

Alto... espera...

Le sirve.

El demonio lo observa curioso, sujeta un mechón del cabello de Senjuro, es sedoso al tacto. El muchacho es muy bonito.

—Mátame, por favor.

—¿Qué? — pregunta apenas escucha esa petición. Abre sus ojos, sorprendido.

Maldecidos a estar juntos (AkaSen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora