Genya.

3.6K 253 144
                                    

Y es quizás por estas siguientes razones que nunca me tendrás en tu mirada.

Y es que no soy el mejor expresando libremente mis sentimientos y placeres como ella puede hacer, con frecuencia me comporto torpe en tu presencia y no sé que decir con certeza cuando me diriges la palabra, provocándome grandes bochornos expresados en mis mejillas ante tus risas divertidas, acciones que de ella nunca veras venir por su naturaleza extrovertida y confianzuda de gran carisma, mis notas en matemáticas no son las mejores por mi frágil atención la cual comúnmente es destrozada por ti, pero ella las entiende y explica de maravilla, incluso la has alentado a impartir la misma materia que tu ejerces gracias a su buen trato y gentil tacto, soy muy buen cocinero a pesar de todo pero la comida que es de tu mayor preferencia te trae malos recuerdos por nuestro pasado triste, así que lo prefieres mil veces viniendo de ella, pues el sabor y la manera en yo la preparo es igual a la que le gustaba a la bestia que llamábamos "Padre", disgusto que me has dicho y me has señalado.

No soy excelente en deportes, pero aun así mantengo un buen físico, me esfuerzo por mantenerme saludable y con un agradable aspecto, pero a ti parece poco importarte, en cambio a ella le elogias seguidamente su estrecha cintura y largas piernas cuando usa pantalón o cuando usa falda, mi cabello no es muy largo, pero aun así es sumamente suave y brilloso, me gusta que lo peines o acaricies para después preguntarte "¿Te gusta mi cabello?" y esperar un "Si, me agrada" pero solo recibo a cambio un "Ajá".

Oh amor créeme, soy frágil y todas y cada una de tus acciones indiferentes me dañan y me quiebran, no soy capaz de olvidar esto por ti porque simplemente no puedo, he tratado pero lo único que consigo son más espinas en la piel, dicen por ahí que la cura para las heridas del corazón y del alma es la distancia y el tiempo, querido, entre tú y yo no hay distancia ni tiempo, diario al despertar lo primero que veo al salir de mi habitación es a ti lavando tus perfectos dientes blancos o preparando tu café de las mañanas, me saludas con monotonía y no me hablas más hasta que desayunamos, aquí el tiempo que necesito no existe, y la distancia que requiero para sanar no vive ya que descansamos bajo el mismo techo.

¡Ah, que desgracia la mía!

Si tan solo alguien estuviera dispuesto ayudarme todo sería muy diferente, pero no puedo, me he malacostumbrado a acudir a ti siempre que lo necesito, y créeme cariño cuando digo que en verdad no puedes ayudarme.

Si tan solo fuese una chica y tuviera la suerte de no ser tu hermana.

Hanahaki.

Me he despertado ya, vaya susto me he llevado al no escuchar la alarma a la primera, siendo sincero por un instante creí que serían las nueve o diez de la mañana por la luz que entraba por mi ventana, luego me di cuenta que había olvidado apagar mi lámpara de mesa y era ella la supuesta luz del día que iluminaba tenuemente mi habitación.

Salgo hacia el pasillo y ahí estas, tu corto cabello albino se ve alborotado y tus ojos amodorrados me demuestran que también, como a mí, te ha costado despertarte, y lo encuentro inusual ya que siempre te levantas fresco y sin letargos del sueño en tu rostro, pero ahora mismo pareciera como si todos tus pesares te hubieran atacado anoche y no lograste conciliar el sueño hasta hace unas pocas horas.

¿Es así? De ser ese el caso me gustaría saber cuales son las ingratas penas que no te han dejado dormir y que te han mantenido en vela ¿Te apetecería decírmelas? ¿O prefieres confesárselas a ella que a tu hermano?

De cualquier modo, no puedo esperar que me las digas y ni tampoco me sentiré mal si no me tienes confianza, ya que no es como si siempre la hubieras tenido. Pero mírame, aquí estoy, acercándome a ti y preguntando si te encuentras bien, tratando de, por lo menos, ser un poco de ayuda.

𝑯𝒂𝒏𝒂𝒉𝒂𝒌𝒊 ;; ˢᵃⁿᵉᵍᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora